Lectura del santo evangelio según san Lucas:
En aquel tiempo, Jesús, para explicar a los
discípulos cómo tenían que orar siempre sin desanimarse, les propuso esta
parábola: "Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le
importaban los hombres. En la misma ciudad había una viuda que solía ir a
decirle: "Hazme justicia frente a mi adversario"; por algún tiempo se
negó, pero después se dijo: "Aunque ni temo a Dios ni me importan los
hombres, como esa viuda me está fastidiando, le haré justicia, no vaya a acabar
pegándome en la cara"". El Señor añadió: "Fijaos en lo que dice
el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan día
y noche?, ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero
cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra? Palabra
del Señor.
Reflexión
El Evangelio de Hoy nos invita a orar sin
desanimarnos y sin ponerle fecha a Dios para que nos atienda. Nosotros somos
los necesitados frente al Dios amor. La viuda es el símbolo de los
desprotegidos en el pueblo de Dios, los más pobres e infelices. La única manera
de obtener justicia es por medio de la autoridad de una instancia
judicial. Y ya nosotros sabemos bien cómo está funcionando la
justicia humana hace tiempo, y cada día peor.
La Historia de la Salvación recogida como
experiencia de fe en nuestra Biblia, nos enseña cómo reaccionar frente a una
realidad desprotegida e injusta. En la Biblia el ‘temor de Dios’ y el respeto a
la humanidad son sinónimos de la justicia como único remedio eficaz contra la
violencia con la que se busca hacer prevalecer los intereses de un grupo sobre
el bien de la mayoría. Pero, cuando las virtudes del juez y las convenciones humanas
fallan, el único recurso que queda es el de la resistencia en la pertinaz
exigencia de la justicia, porque, si se acude a la violencia con los propios
recursos, se cae en el juego del adversario. El mensaje de Jesús insiste en la
capacidad de resistencia, tenacidad y paciencia de sus seguidores, capacidad
que los lleva no sólo a sobreponerse a la adversidad, sino a dar una respuesta serena
y creativa a los límites que imponen las conveniencias sociales.
Hoy más que nunca necesitamos actuar con sabiduría.
No podemos dejarnos llevar por las pasiones y los enfados incontrolados. Exigir
justicia una y otra ves como la viuda del evangelio, no cansarnos de decir la
verdad y buscar la justicia a través de medios adecuados. Dios nos
sostenga en nuestras búsquedas.
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