EVANGELIO DEL DOMINGO
"Velen, porque no saben el momento". San Marcos, 51-62.

miércoles, 5 de julio de 2017

JESÚS ES LIBERADOR


“El Evangelio de Hoy”: Mt 8, 28-34

Lectura del santo evangelio según san Mateo:

En aquel tiempo llegó Jesús a la otra orilla, a la región de los gerasenos. Desde el cementerio, dos endemoniados salieron a su encuentro; eran tan furiosos que nadie se atrevía a transitar por aquel camino. Y le dijeron a gritos: "¿Qué quieres de nosotros, Hijo de Dios? ¿Has venido a atormentarnos antes de tiempo?"
Una gran piara de cerdos a distancia estaba hozando. Los demonios le rogaron: "Si nos echas, mándanos a la piara". Jesús les dijo: "vayan". Salieron y se metieron en los cerdos. Y la piara entera se abalanzó acantilado abajo y se ahogó en el agua. Los porquerizos huyeron al pueblo y lo contaron todo, incluyendo lo de los endemoniados. Entonces el pueblo entero salió a donde estaba Jesús y, al verlo, le rogaron que se marchara de su país. Palabra del Señor.

REFLEXIÓN

En una sociedad maltratada por la fuerza demoníaca del imperio romano no es fácil creer en la Buena Noticia. En el Evangelio de hoy podemos sentir la situación por la que está  pasando la gente al leer las descripciones y los símbolos utilizados por el evangelista para hablar de los endemoniados, de la piara de cerdos y del lago y la gente. Las autoridades mantienen oprimida a la población y no le permite vivir en paz. Los endemoniados provienen de sepulcros, de no vida, quizás la situación en que se encontraban muchas personas, excluidas y marginadas socialmente.
Llama la atención que nombren a Jesús como Hijo de Dios, que ha venido antes de tiempo a atormentarles. La realidad de la gente es tan lamentable que ni siquiera son capaces de distinguir la bondad y cercanía de Jesús que libera y sana. Desconfían de todo al creer que ya nada les salvará de la indignidad en la que están inmersos. Jesús aprovecha el momento para seguir anunciando lo nuevo, su presencia aporta la vida y la dignidad a las personas. Aunque la gente quedara con miedo, Jesús le anuncia la posibilidad de liberarse del yugo opresor y seguir andando.

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