EVANGELIO DEL DOMINGO
"Velen, porque no saben el momento". San Marcos, 51-62.

viernes, 24 de febrero de 2017

QUE NO LO SEPARE EL HOMBRE

“El Evangelio de Hoy”: Mc 10, 1-12

Lectura del santo evangelio según san Marcos:

En aquel tiempo, Jesús se marchó a Judea y a Transjordania; otra vez se le fue reuniendo gente por el camino, y según costumbre les enseñaba. Se acercaron unos fariseos y le preguntaron, para ponerlo a prueba: "¿Le es lícito a un hombre divorciarse de su mujer?" Él les replicó: "¿Qué le ha mandado Moisés?" Contestaron: "Moisés permitió divorciarse, dándole a la mujer un acta de repudio." Jesús les dijo: "Por su terquedad dejó escrito Moisés este precepto. Al principio de la creación Dios "los creó hombre y mujer. Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne." De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre."
En casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre lo mismo. Él les dijo: "Si uno se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio." Palabra del Señor.

REFLEXIÓN

A Jesús le interesa fortalecer la vida, mostrar cómo el amor realiza a las personas y les permite la alegría y el entusiasmo. Por eso trata de explicar a sus seguidores la diferencia entre lo legal y lo humano, esencial y primero. La ley llegó cuando el amor faltó. El evangelio de hoy nos enseña sobre cómo deben ser las relaciones entre el hombre y la mujer. Relaciones de amor donde cada uno busca el bien del otro y su felicidad y no lo contrario. Solo viendo al otro bien y feliz, me sentiré yo igualmente realizado y viceversa. Si, es legítimo el divorcio. Pero ¿Cuántas personas son felices porque se divorciaron? ¿Cuáles son los hombres y las mujeres cuyos objetivos son de divorciarse? Nadie, nosotros aspiramos a casarnos, el amor nos impulsa a encontrar a la otra personas y a unirnos para desarrollar un proyecto de amor, no para hacer desaparecer lo que nos atrae el uno al otro.

Es fácil encontrar causas para el divorcio, cuando las buscamos, sobre todo, cuando estamos enraizados en el egoísmo y la superficialidad, pero no busquemos las causas fuera de nosotros y en Dios. Es nuestra terquedad, nuestra falta de amor. La de uno o la del otro, el amor no muere, nosotros lo abandonamos y optamos por otras alternativas. No matemos el amor, alimentémoslo con los detalles cotidianos de la vida juntos. Lleguemos a la armonía reconciliándonos cuando uno o el otro falla en algo. Dios está ahí para posibilitar la vida en abundancia apoyándonos en todo. No condenamos a los divorciados, anunciamos que el amor une y alegra y alentamos a los casados y casadas a continuar haciendo esfuerzos por hacer felices a sus parejas. Viva el amor… por siempre… 

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