EVANGELIO DEL DOMINGO
"Velen, porque no saben el momento". San Marcos, 51-62.

sábado, 3 de septiembre de 2016

EL HIJO DEL HOMBRE ES SEÑOR DEL SÁBADO

“El Evangelio de Hoy”: Lc 6,1-5

Lectura del santo evangelio según san Lucas:

Un sábado, Jesús atravesaba un sembrado; sus discípulos arrancaban espigas y, frotándolas con las manos, se comían el grano. Unos fariseos les preguntaron: "¿Por qué hacen en sábado lo que no está permitido?" Jesús les replicó: "¿No han leído lo que hizo David, cuando él y sus hombres sintieron hambre? Entró en la casa de Dios, tomó los panes presentados, que sólo pueden comer los sacerdotes, comió él y les dio a sus compañeros." Y añadió: "El Hijo del hombre es señor del sábado."  Palabra del Señor.

REFLEXIÓN

El Día del Señor nos es regalado para hacer memoria de nuestras vidas, para no vivir como animales inconscientes de lo que somos, sino, preocupados sanamente de nuestro caminar, nuestros avances, nuestras instalaciones y nuestros retrocesos como personas y como pueblos. El sábado recordaba la obligación del descanso semanal a imagen de Dios creador. Se debatía sobre qué cosas eran permitidas durante el descanso sabático y cuáles no. Entre las cosas que no estaban permitidas se encontraba caminar más de 50 pasos o recoger algún tipo de cosecha. La respuesta de Jesús a los fariseos remite a uno de los ejemplos donde una necesidad biológica como el hambre está por encima de una ley religiosa. Es claro que Jesús está usando unos criterios diferentes para interpretar y vivir el sábado.

Los seres humanos son más importantes que los preceptos religiosos. Nuestras prácticas políticas, sociales, económicas y religiosas están regidas por leyes. Es una manera que los seres humanos hemos encontrado para vivir en sociedad. Es importante recordar que para los cristianos el día del Señor ha pasado a ser el domingo como manera de celebrar la Nueva Alianza sellada por Jesús con su Resurrección. Ya no es el cumplimiento de la ley lo que nos salva sino nuestra adhesión a Jesús y a su práctica de fe basada en el amor a Dios y al prójimo. Toda práctica cristiana tiene que favorecer al ser humano y a la vida en general. 

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