EVANGELIO DEL DOMINGO
"Velen, porque no saben el momento". San Marcos, 51-62.

miércoles, 23 de diciembre de 2015

Nacimiento de JUAN BAUTISTA

“El Evangelio de Hoy”: Lc 1, 57-66

Lectura del santo evangelio según san Lucas:


A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y la felicitaban.
A los ocho días fueron a circuncidar al niño, y lo llamaban Zacarías, como a su padre. La madre intervino diciendo: "¡No! Se va a llamar Juan." Le replicaron: "Ninguno de tus parientes se llama así." Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: "Juan es su nombre." Todos se quedaron extrañados.
Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios. Los vecinos quedaron sobrecogidos, y corrió la noticia por toda la montaña de Judea. Y todos los que lo oían reflexionaban diciendo: "¿Qué va a ser este niño?" Porque la mano del Señor estaba con él. Palabra del Señor.

REFLEXIÓN

Bien cerca de la celebración de la Navidad, de nacimiento de Jesús, “El Evangelio de Hoy” nos trae el Nacimiento de Juan Bautista. Juan Bautista era pariente cercano de Jesús. Nació cuando sus padres eran mayores. Tan mayores que, Isabel y Zacarías, creían imposible tener descendencia.  

La duda había dejado a Zacarías, el padre de Juan Bautista, sin voz. Una vez nacido su hijo y puesto su nombre, la confianza vuelve a reinar en su corazón y comienza a alabar y bendecir a Dios por el regalo recibido de manera maravillosa. Juan ha sido llamado a preparar el camino, a invitar al cambio de vida para acoger al Mesías. Nosotros también hemos estado tres semanas preparándonos para celebrar la presencia del Emmanuel. El tiempo de Adviento es preparación a la Navidad del Señor en la medida en que es tiempo de preparación de nuestro encuentro con Jesús.

El Señor cumplirá su promesa y nos invita a un cambio radical en vistas a la acogida que le daremos al acoger a los pequeños, pobres y marginados de hoy. Somos invitados a creer y mantener la voz, a ver la presencia sencilla del Dios con nosotros. No olvidemos nunca que no se trata de hablar mucho y mostrar así sabiduría, se trata de dejarnos sensibilizar por la vida y la obra de Jesús. Siguiéndolo a él, perdonemos hasta lo imperdonable, mostrémonos generosos y dispuesto a todo por servir a los demás, no perdamos tiempo sufriendo lo pasado; hoy tenemos la oportunidad de acoger confiadamente a Jesús y avanzar con él hacia la alegría plena. ¿Qué va a ser de nuestra esperanza?

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