EVANGELIO DEL DOMINGO
"Velen, porque no saben el momento". San Marcos, 51-62.

sábado, 15 de agosto de 2015

ASUNCION DE LA VIRGEN MARIA

  “El evangelio de Hoy”: Lc 1,39-56

Lectura del Santo evangelio según San Lucas.



En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludo a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: "¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá."
María dijo: "Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como lo había prometido a nuestros padres- en favor de Abrahán y su descendencia para siempre." María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa. Palabra del Señor.

REFLEXIÓN

En el evangelio de Hoy, Fiesta de la Asunción,  el canto de alegría de María se hace nuestro canto. Tenemos pocos datos sobre María en los evangelios pero este cántico puesto en sus labios por San Lucas, recoge el auténtico sentir de María, sus sentimientos más profundos ante la presencia salvadora de Dios en su vida. Es un cántico de alabanza. Esa es la respuesta de María ante la acción de Dios. Alabar y dar gracias. No se siente grande ni importante por ella misma, sino por lo que Dios está haciendo a través de ella. "Proclama mi alma la grandeza del Señor". María goza de esa vida en plenitud. Su fe la hizo vivir ya en su vida la vida nueva de Dios. Antes del nacimiento de su Hijo. Ya María estaba tan llena de fe que confiaba totalmente en la promesa de Dios.


Hoy María anima nuestra esperanza y nuestro compromiso para transformar este mundo, para hacerlo más como Dios quiere: un lugar de fraternidad, donde todos tengamos un puesto en la mesa que nos ha preparado Dios. Pero en este día María anima sobre todo nuestra alabanza y acción de gracias. María nos invita a mirar a la realidad con ojos nuevos y descubrir la presencia de Dios, quizá en embrión, pero ya presente, a nuestro alrededor. María nos invita a cantar con gozo y proclamar, con ella, las grandezas del Señor. La fuerza espiritual del Magnífica, desde nuestra realidad de desigualdades, injusticias y pobrezas,  está en hacernos ver que la búsqueda de la justicia tiene que ser colocada en el contexto de la gratuidad del amor de Dios. Cómo María, proclamemos con alegría que Dios nos acompaña y anima nuestra marcha hacia la realización en Él.

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