EVANGELIO DEL DOMINGO
"Velen, porque no saben el momento". San Marcos, 51-62.

miércoles, 24 de julio de 2013

SALIÓ EL SEMBRADOR A SEMBRAR

“El Evangelio de Hoy”: Mateo 13,1-9
Lectura del santo evangelio según san Mateo:
Aquel día, salió Jesús de casa y se sentó junto al lago. Y acudió a él tanta gente que tuvo que subirse a una barca; se sentó, y la gente quedó de pie en la orilla. Les habló mucho rato en parábolas: "Salió el sembrador a sembrar. Al sembrar, un poco cayó al borde del camino; vinieron los pájaros y se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra, y, como la tierra no era profunda, brotó en seguida; pero, en cuanto salió el sol, se abrasó y por falta de raíz se secó. Otro poco cayó entre zarzas, que crecieron y lo ahogaron. El resto cayó en tierra buena y dio grano: unos, ciento; otros, sesenta; otros, treinta. El que tenga oídos que oiga." Palabra del Señor.

Reflexión


Continuamos profundizando el tema de la importancia de la palabra de Dios como fuente de vida y de salvación. Ayer Jesús declaraba que su madre y sus hermanos son aquellos que escuchan la palabra de Dios y la viven, haciendo su voluntad. Hoy se  nos recuerda que no es nada fácil esta tarea y que depende mucho de nosotros y nuestras actitudes frente a ella. Aceptar la palabra de Dios, y hacer de ella un fruto abundante en bondad y servicio, es el reto que tiene la comunidad cristiana de ayer y de hoy. Dejar que el sembrador ponga en nuestro corazón la semilla es el comienzo de una vida cristiana más comprometida con la construcción del Reino de Dios. La parábola del hombre que salió a sembrar usa el lenguaje preciso para diferenciar los grados de aceptación que la predicación de Jesús tiene en la multitud. En unos casos la palabra cae, pero no profundiza, se oye, pero no se asume; en otros casos la palabra cae en suelo rocoso y naturalmente nace, pero las condiciones externas la matan y, al no haber raíces, todo termina; otra parte crece entre los espinos y rápidamente es ahogada; finalmente hay semillas que caen en corazones dispuestos, arriesgados y honestos, en los que produce el ciento por uno. A la palabra de Dios se le oponen muchos obstáculos, que deben ser superados por el discípulo. En definitiva, somos libres como hombres y mujeres, de aceptar o rechazar el mensaje de la palabra de Dios. Pidamos al Señor que nos fortalezca con su Espíritu para tener buen oído para su palabra y buen corazón para aceptarla y vivirla.

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