EVANGELIO DEL DOMINGO
"Velen, porque no saben el momento". San Marcos, 51-62.

martes, 23 de julio de 2013

LAS MADRES Y LOS HERMANOS DE JESÚS


“El Evangelio de Hoy”: Mateo 12,46-50
Lectura del santo evangelio según san Mateo:

En aquel tiempo, estaba Jesús hablando a la gente, cuando su madre y sus hermanos se presentaron fuera, tratando de hablar con él. Uno se lo avisó: "Oye, tu madre y tus hermanos están fuera y quieren hablar contigo." Pero él contestó al que le avisaba: "¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?" Y, señalando con la mano a los discípulos dijo: "Éstos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de mi Padre del cielo, ése es mi hermano, y mi hermana, y mi madre." Palabra del Señor.

 
Reflexión


De nuevo el espinoso tema de la madre y los hermanos de Jesús. "¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?" Y, señalando con la mano a los discípulos dijo: "Éstos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de mi Padre del cielo, ése es mi hermano, y mi hermana, y mi madre." Recordamos que ser discípulos y discípulas de Jesús es continuar su misión de anunciar con hechos y palabra la Buena Noticia de que Dios está con nosotros, nos ama, nos libera y nos salva. Hay que decir que a los cristianos no nos desmoviliza, no nos paraliza, la posibilidad de que María, la madre de Jesús y madre nuestra, haya podido tener otros hijos. Ojalá hubiese sido así pues a juzgar por la calidad de Jesús, la sociedad se hubiese beneficiado aún más de buenos hombres y mujeres. Lo que pasa es que no hay ningún indicio que nos lleve a afirmar que realmente Jesús haya tenido hermanos de sangre. Por otro lado, Jesús deja claro, en El Evangelio de Hoy, que el acceso a Él y al Reino de Dios no se da por influencias sanguíneas sino por la atención que le pongamos a su mensaje de salvación. Lo que nos hace próximo a Jesús y de los suyos es la respuesta que damos a su llamado. Mientras más vivimos el espíritu de la fraternidad, de la justicia y del servicio mutuo, más cerca estamos del Reino anunciado por Jesús. Es así como se verán las manifestaciones de la salvación de Dios en nuestra historia y se prolongarán eternamente con el Reino definitivo. No perdamos tiempo con discusiones estériles acerca de la familia de Jesús. Agrandémosla haciéndonos nosotros, también, hermanos, hermanas y madres de Jesús, siguiendo su palabra.

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