Lectura del santo
evangelio según san Juan:
En aquel tiempo, dijo la gente a Jesús: "¿Y qué signo
vemos que haces tú, para que creamos en ti? ¿Cuál es tu obra? Nuestros padres
comieron el maná en el desierto, como está escrito: "Les dio a comer pan
del cielo." Jesús les replicó:
"Os aseguro que no fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino que es mi
Padre el que les da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es el que
baja del cielo y da vida al mundo." Entonces le dijeron: "Señor,
danos siempre de este pan." Jesús les contestó: "Yo soy el pan de la
vida. El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí nunca pasará
sed."
Palabra del Señor.
Reflexión
Como decíamos ayer, Jesús se da como comida eficaz y trascendente.
No es que ofrece alimento, es que se entrega él mismo para fortalecernos.
Creyendo en Jesús reinterpretamos todo lo que nos llega en la vida, al modo de
él. Lo que para otros puede constituir una mera e inaceptable desgracia, para nosotros,
al estilo de Jesús, puede ser un medio de crecimiento y madurez en la fe, la
confianza y la entrega. Ser cristianos significa seguir a Jesús y así vivió él
su historia, sin alienaciones, sin ingenuidades, con sus pies y su corazón bien
puestos en la tierra, pero en conexión profunda y permanente con Dios. Yo soy
el pan de vida. El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí nunca
pasará sed."
Esta afirmación de Jesús nos puede parecer un sinsentido en un
mundo donde mueren miles de personas a diario por falta de comida y donde, al
mismo tiempo, se tira, descaradamente en los zafacones, miles de toneladas de
alimentos. Ser pan de vida hoy, significa saciar nuestra hambre de Dios con el
pan de la Palabra, el pan del testimonio y el pan de la misión; significa
aceptar la comunicación divina para crear nuevas relaciones comprometidas con
la vida, con el amor, con la entrega, con el servicio a los demás. Nadie pasa
hambre en un mundo de hermanos y hermanas, todo se comparte y sobra… Nos falta
creer y vivir lo que creemos. Somos invitados a avanzar. Acojamos esta
invitación con alegría y gratitud. Jesús resucitado nos acompaña y anima.
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