“El Evangelio de Hoy”: Juan 10, 27-30
Lectura del santo evangelio
según san Juan:
En aquel tiempo, dijo
Jesús: "Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y
yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de
mi mano.
Mi Padre, que me las ha
dado, supera a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre. Yo y el
Padre somos uno."
Palabra del Señor.
Reflexión
invitada. ESCUCHAR Y SEGUIR A JESÚS
José Antonio Pagola.
José Antonio Pagola.
Jesús
es muy claro: “Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco; ellas me
siguen, y yo les doy la vida eterna”. Jesús no fuerza a nadie. Él solamente
llama. La decisión de seguirle depende de cada uno de nosotros. Solo si le
escuchamos y le seguimos, establecemos con Jesús esa relación que lleva a la
vida eterna.
Nada
hay tan decisivo para ser cristiano como tomar la decisión de vivir como
seguidores de Jesús. El gran riesgo de los cristianos ha sido siempre pretender
serlo, sin seguir a Jesús. De hecho, muchos de los que se han ido alejando de
nuestras comunidades son personas a las que nadie ha ayudado a tomar la
decisión de vivir siguiendo sus pasos.
Sin
embargo, ésa es la primera decisión de un cristiano. La decisión que lo cambia
todo, porque es comenzar a vivir de manera nueva la adhesión a Cristo y la
pertenencia a la Iglesia: encontrar, por fin, el camino, la verdad, el sentido
y la razón de la religión cristiana.
Y lo
primero para tomar esa decisión es escuchar su llamada. Nadie se pone en camino
tras los pasos de Jesús siguiendo su propia intuición o sus deseos de vivir un
ideal. Comenzamos a seguirle cuando nos sentimos atraídos y llamados por
Cristo. Por eso, la fe no consiste primordialmente en creer algo sobre Jesús
sino en creerle a él.
Cuando
falta el seguimiento a Jesús, cuidado y reafirmado una y otra vez en el propio
corazón y en la comunidad creyente, nuestra fe corre el riesgo de quedar
reducida a una aceptación de creencias, una práctica de obligaciones religiosas
y una obediencia a la disciplina de la Iglesia.
Es
fácil entonces instalarnos en la práctica religiosa, sin dejarnos cuestionar
por las llamadas que Jesús nos hace desde el evangelio que escuchamos cada
domingo. Jesús está dentro de esa religión, pero no nos arrastra tras sus
pasos. Sin darnos cuenta, nos acostumbramos a vivir de manera rutinaria y
repetitiva. Nos falta la creatividad, la renovación y la alegría de quienes
viven esforzándose por seguir a Jesús.
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