“El Evangelio de Hoy”: Juan 6,60-69
Lectura del santo evangelio
según san Juan:
En aquel tiempo, muchos discípulos de Jesús, al oírlo,
dijeron: "Este modo de hablar es duro, ¿quién puede hacerle caso?"
Adivinando Jesús que sus discípulos lo criticaban, les dijo: "¿Esto les
hace vacilar?, ¿y si vieran al Hijo del hombre subir a donde estaba antes? El
Espíritu es quien da vida; la carne no sirve de nada. Las palabras que les he
dicho son espíritu y vida. Y con todo, algunos de ustedes no creen." Pues
Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y quién lo iba a entregar. Y
dijo: "Por eso os he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se
lo concede." Desde entonces, muchos discípulos suyos se echaron atrás y no
volvieron a ir con él. Entonces Jesús les dijo a los Doce: "¿También ustedes
quieren marcharse?" Simón Pedro le contestó: "Señor, ¿a quién vamos a
acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú
eres el Santo consagrado por Dios." Palabra del Señor.
Reflexión
Lo
cierto es que no es nada fácil comprender el trascendental lenguaje de Jesús, y
mucho menos adherirse a él de manera determinada y durable. Sin embargo, es el
camino para poder llegar más allá de lo cotidiano, de la historia presente y
del mundo conocido y dominado por la humanidad. Los discípulos de Jesús encuentran
muy duras y excesivas la enseñanza de Jesús pues no era la conocida por ellos. No
están acostumbrados ni dispuestos a un discurso y una práctica basados en el
amor, sienten que este camino les hace débiles y les encamina al fracaso y a la
muerte. Hoy sabemos que de todas maneras hay que pasar por la muerte para
alcanzar la Vida.
Jesús había insistido en que quien guarde su vida la perderá
y quien la pierda por él, la tendrá para
siempre. Es cuestión de fe, de opción radical por Jesús y su mensaje de amor.
Ante la corriente social que nos invita al bienestar y a la comodidad, a rechazar cualquier
realidad que pueda producirnos dolor y sufrimientos, podríamos fácilmente caer
en el abandono de la fe, de los valores evangélicos y en la adopción de
actitudes egoístas como normas de vida. La enseñanza de Jesús y su vida misma,
nos invitan a asumir la vida como un sagrado regalo de Dios. Defenderla,
amarla, promoverla y aprovecharla intensamente, pero siempre al servicio de los
demás. No abandonemos a Jesús.
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