“El
Evangelio de Hoy”: Mateo 17,10-13
Lectura del santo evangelio según san
Mateo:
Cuando bajaban de la montaña, los
discípulos preguntaron a Jesús: "¿Por qué dicen los escribas que primero
tiene que venir Elías?" Él les contestó: "Elías vendrá y lo renovará
todo. Pero les digo que Elías ya ha venido, y no lo reconocieron, sino que lo
trataron a su antojo. Así también el Hijo del hombre va a padecer a manos de
ellos." Entonces entendieron los discípulos que se refería a Juan, el
Bautista. Palabra del Señor.
Reflexión
Cuando los pueblos y
sus instituciones se instalan en sus maneras de ser, hacer y celebrar sus prácticas cotidianas es muy difícil de introducir
novedades y cambios estructurales. El Pueblo de Dios esperaba el cumplimiento
de las promesas que Dios le había hecho, pero no fue capaz de estar atento a
sus manifestaciones. Se hicieron su propia imagen de Dios y de ahí no salieron.
Esperaban que los tiempos mesiánicos fueran inaugurados con la aparición
majestuosa de Elías para recuperar el orden de cosas en todos los ámbitos de la
vida. Solo piensan en ellos mismos y no en la Creación entera de Dios.
Jesús responde a la
pregunta de los discípulos haciéndoles
caer en la cuenta de que Juan el Bautista manifestaba la presencia profética de
Elías. La predicación del Bautista es una fuerte llamada a la conversión
personal y colectiva de la vida en todos los órdenes. Pero no hay peor ciego
que el que no quiere ver. Ellos no reconocieron ni a Juan Bautista ni a Jesús
como enviados de Dios. Por el contrario, a los dos los persiguieron, los
condenaron con acusaciones falsas y juicios amañados. A los dos los asesinaron
porque se atrevieron a cuestionar el “desorden establecido”. Los dos se
atrevieron a tocar fibras muy hondas de la existencia humana y del régimen
vigente. Todo el que osaba cuestionar lo establecido era condenado a la
marginación y a la muerte.
Puede pasarnos o nos pasa igual hoy día ocurre algo semejante
con las personas y comunidades proféticas que denuncian las injusticias y
corrupciones de los sistemas imperantes y de los poderosos del mundo. Son
acusados y condenadas injustamente. Pero ése es el camino del creyente para ser
fiel al mensaje de Jesús. Incluso dentro de las iglesias y en las comunidades
cristianas, somos muy celosos con lo que ya
tenemos establecido como verdades y es muy difícil dejar hablar a Dios
de manera nueva. A veces me dan miedos las afirmaciones radicales que tenemos
en nuestras fórmulas religiosas… cuando alguien dice algo distinto a lo calculado
y consensuado se mira con sospechas y fácilmente se le aísla. No digo que tengamos que caer en relativismos
caóticos pero debemos hacer espacios a la voz de Dios hoy. A Dios no podemos
callarle la boca, él sigue hablándonos hoy. Siempre a favor de la vida y
defendiendo al humilde.
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