EVANGELIO DEL DOMINGO
"Velen, porque no saben el momento". San Marcos, 51-62.

jueves, 1 de noviembre de 2012

DICHOSOS...ESTÉN ALEGRES Y CONTENTOS


 “El Evangelio de Hoy”: Mateo 5, 1-12a

Lectura del santo evangelio según san Mateo:

En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió a la montaña, se sentó, y se acercaron sus discípulos; y él se puso a hablar, enseñándoles: "Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados. Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra. Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados. Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los Hijos de Dios. Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos ustedes cuando les insulten y les persigan y les calumnien de cualquier modo por mi causa. Estén alegres y contentos, porque su recompensa será grande en el cielo." Palabra del Señor.

Reflexión
Celebramos hoy la fiesta solemne de todos los santos y  santas. Qué bueno sería que ella no se redujera sólo a lo que hemos solido llamar “mundo católico”, sino a un mundo verdaderamente «católico», o sea, verdaderamente «universal», que es lo que etimológicamente significa la palabra. La Iglesia comenzó a escribir sus santos en una lista en el siglo XI de ahí que no todos los santos de nuestra historia estén inscritos ahí. La fiesta de hoy tiene que ser realmente universalizada. Metamos en nuestra celebración de los santos a todos y todas los hombres y mujeres que se han dejado marcar por la llamada de Dios a ser realmente humanos y a tratar a los demás con humanidad, con respeto y cariño, dando testimonio de una alegre esperanza. No importa en qué siglo hayan vivido ni su religión o práctica religiosa o lugar de la tierra en la que hayan vivido.
 
Dios no pertenece a ninguna religión ni los santos tampoco. Quienes viven las bienaventuranzas son personas abiertas y radicalmente amorosas. Por eso tenemos que buscar entender este programa de vida que Jesús nos deja en el Evangelio de Hoy, en su actitud frente a sus acusadores y ejecutores. Su firmeza en el amor, su integridad al tratar a los demás y su ánimo confiado y sereno incluso en medio del dolor y el sufrimiento impuesto desde fuera, le permiten dar un testimonio de santidad inigualable, una humanidad llevada hasta el culmen de las posibilidades.
 
No olvidemos que nadie se vuelve santo a base de prácticas personales de códigos religiosos. La santidad es un don de Dios al servicio de la humanidad. Es Dios quien nos ha santificado a todos y a todas en la vida, la pasión, la muerte y la resurrección de Jesús para que disfrutemos de una vida en libertad. A nosotros nos toca hoy, también en libertad, asumir esta santidad que Dios nos ha regalado y vivir en consecuencia. Una de las más elocuentes características y muestra de la santidad es la alegría de quien la encarna. La alegría no solo vivida sino causada en aquellos beneficiados por su santidad. …“ Estén alegres y contentos, porque su recompensa será grande en el cielo”.

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