EVANGELIO DEL DOMINGO
"Velen, porque no saben el momento". San Marcos, 51-62.

sábado, 15 de septiembre de 2012

LA VIRGEN DE LOS DOLORES


 “El Evangelio de Hoy”: Juan 19,25-27

Lectura del santo evangelio según san Juan:
En aquel tiempo, junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre: "Mujer, ahí tienes a tu hijo." Luego, dijo al discípulo: "Ahí tienes a tu madre." Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa. Palabra del Señor.
 
Reflexión

Los seguidores de Jesús recuerdan la figura de María de Nazaret recordando algunos de los grandes valores que la caracterizaron. Celebramos la fiesta de “Nuestra Señora de los Dolores” la cual hace memoria del camino que ella recorrió hasta la cruz. El camino de María fue particularmente difícil, ya que todo lo que hacía su hijo contradecía la mentalidad y expectativas de los poderosos de su tiempo. Al mismo tiempo, María podía ver lejos la realización de la noticia del Ángel cuando le dijo, en la Anunciación, que su hijo sería grande.
 
 Las actuaciones y actitudes encarnadas por Jesús y que lo enfrentaban a las autoridades de su tiempo son: la inclusión de mujeres en el grupo de sus seguidores, el contacto permanente con leprosos y enfermos, la comida compartida con publicanos y pecadores. Estas son algunas de las prácticas que originaron constantes conflictos con Maestros de la Ley, fariseos y herodianos. Y tal vez, lo más significativo fue el hecho de que Jesús constituyera una nueva manera de ser familia a partir de la escucha y la práctica de la palabra de Dios, lo que pudo causar mayor inquietud entre sus parientes. Todos estos acontecimientos rompen totalmente con las tradiciones judías vividas hasta el momento y constituyen la mayor originalidad de los cristianos y cristianas de ayer y de hoy, si se viven desde la óptica del amor fraterno.
 
Sin embargo, la madre guardaba sus inquietudes en el corazón y esperaba pacientemente el cumplimiento de las promesas de Dios. María supo mantener la proximidad y seguir al hijo hasta la cruz. Permanecer junto a la cruz, a pesar del dolor mortal que la embargaba, es claramente una forma de resistencia ante la violencia que el imperio le imponía al hijo amado. Lo que nos toca a nosotros hoy es amar a Jesús como María lo amó. Asumir esa capacidad de tenacidad y resistencia ante la violencia desmedida que la sociedad ejerce sobre quienes desafía los parámetros y corrientes normales de cada época. No nos conformemos con “ir donde va la gente”.

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