Lectura
del santo evangelio según san Mateo:
En aquel
tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:
"Vayan
y proclamen que el reino de los cielos está cerca. Curen enfermos, resuciten
muertos, limpien leprosos, echen demonios.
Lo que
han recibido gratis, denlo gratis.
No lleven
en la faja oro, plata ni calderilla; ni tampoco alforja para el camino, ni
túnica de repuesto, ni sandalias, ni bastón; bien merece el obrero su sustento.
Cuando entren en un pueblo o aldea, averigüen quién hay allí de confianza y quédense
en su casa hasta que se vayan. Al entrar en una casa, saluden, si la casa se lo
merece, la paz que le desean vendrá a ella. Si no lo merece, la paz volverá a ustedes".
Palabra del Señor.
Reflexión.
La Misión de
los cristianos y cristianas es de continuar la misión de Jesús. Su misión fue
clara: ser presencia del Reino de Dios. El reino de Dios es el estado de todo
lo existente de acuerdo a lo que quiere Dios. Dios quiere la vida en el amor
que genera justicia, fraternidad, igualdad y vida abundante y compartida.
Seguir a Jesús continuando su misión en el hoy de la historia, lleva consigo
identificar la presencia de Dios en esta historia, ocupándose de su pueblo, acompañando
y salvando con signos concretos y
eficaces.
Jesús, en el ejercicio de su misión, no elabora
discursos y conferencias sobre Dios o sobre el Reino de Dios, sino que lo deja
ver a través de gestos concretos que benefician a los necesitados. Necesitados
de paz, de pan, de compañía, de aliento, de integración en su sociedad.
Necesitados de atención y de cariño. Las obras que Jesús encomienda a los
anunciadores del Reino de Dios están encaminadas a dejar ver operante, la
presencia de Dios, haciendo realidad su sueño, su Reino. Los enfermos son
atendidos, escuchados y sanados. Los perturbados por situaciones no manejables,
son bien acogidos, animados, alentados y
liberados. Los marginados Sociales de todo género, son atendidos e integrados
en sus familias y en la sociedad y la comunidad de culto.
Como seguidores de Jesús necesitamos urgentemente
asumir su misión, dejar las nuestras y
aferrarnos a la suya. La nuestra es institucional, excluyente, la de Jesús de
espontánea, abierta y universal. Nuestras misiones hacen la gente dependientes
de nosotros, se ejerce a través de juicios, prejuicios, culpabilidades y
condenas; la misión de Jesús reconoce a las personas y sus personalidades,
acentúa lo que tienen de bueno y así impulsan procesos de conversión y cambio,
generadores de las características del Reino de Dios. Para desarrollar la
misión de Jesús, que es nuestra única misión, sólo hace falta conversión a él,
amistad y apoyo mutuo fraterno y solidario y la paz que todo esto produce en
nuestro interior. Que Jesús nos acompañe.
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