EVANGELIO DEL DOMINGO
"Velen, porque no saben el momento". San Marcos, 51-62.

domingo, 24 de junio de 2012

JUAN EL BAUTISTA


 “El Evangelio de hoy”: Lucas 1,57-66.80

Lectura del santo evangelio según san Lucas:

A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y la felicitaban. A los ocho días fueron a circuncidar al niño, y lo llamaban Zacarías, como a su padre. La madre intervino diciendo: "¡No! Se va a llamar Juan." Le replicaron: "Ninguno de tus parientes se llama así." Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. El pidió una tablilla y escribió: "Juan es su nombre." Todos se quedaron extrañados. Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios. Los vecinos quedaron sobrecogidos, y corrió la noticia por toda la montaña de Judea. Y todos los que lo oían reflexionaban diciendo: "¿Qué va ser este niño?" Porque la mano del Señor estaba con él. El niño iba creciendo, y su carácter se afianzaba; vivió en el desierto hasta que se presentó a Israel. Palabra del Señor.

Reflexión

Hoy celebramos la fiesta del nacimiento de Juan Bautista. Los numerosos testimonios del nacimiento, fuera  de lo común, de Juan Bautista, son a la vez, chocantes y felices. Como nos dice  el evangelio, todos se preguntan ¿qué va  ser este niño? Antes de comenzar su misión Juan Bautista se va a vivir al desierto, lugar rudo y austero, privilegiado para el encuentro con Dios. Después  de eso, Juan comienza a predicarle a las muchedumbres, un llamado a la conversión. El tiempo se ha cumplido de preparar  el camino del Señor, de enderezar los senderos. En un lenguaje directo y convincente, él exhorta la gente a volverse hacia Dios.  La fuerza de su palabra es tal que la gente se pregunta si no será Juan el que tenía que venir a salvar al pueblo de parte de Dios. Pero a pesar de su importancia, Juan no es más que el que anuncia el Mesías. El mismo lo declara: “Viene el que es más grande que yo,  y que bautizará en el Espíritu. Se trata de Jesús, cuyo nacimiento es más  sorprendente que el de Juan Bautista. La razón de ser de Juan es de preparar el camino al  Señor.

El Evangelio hace de  Juan Bautista un personaje de primer plano. Con él, la primera Alianza llega a su término. Su mensaje es como el resumen de la historia de Israel.

El contraste entre Juan bautista y Jesús es también chocante. Mientras que Juan anuncia el día del Señor como una realidad dura y amenazante, Jesús anuncia un día del Señor en el que Dios mostrará su misericordia y su compasión.  Por eso, Jesús dice que: “entre los hombres no ha surgido nadie más grande que Juan. Y sin embargo, el más pequeño en el Reino de Dios es más grande que él.” La grandeza de la antigua ley consiste en haber preparado la nueva, aún sin saberlo.

Muchísimas personas no han encontrado a Jesús todavía. Nosotros estamos llamados a ser, como Juan Bautista, precursores de Jesús, aunque haga 20 siglos que él ha venido a nosotros. Si los Evangelios han recordado a las primeras comunidades cristianas, el rol de Juan, eso significa que su función sigue siendo actual. Juan es un modelo para los testigos como él. Nosotros hemos sido constituidos profetas por nuestro bautismo. Mujeres y hombres que escuchan, sienten y anuncian el amor y la salvación de Dios.

Nuestra manera de vivir, de considerar el trabajo y los bienes materiales, nuestra actitud frente a los rechazados, nuestra forma de amar. Todo esto debería despertar la conciencia sobre aquello que es realmente importante y que llena los corazones. Nuestro testimonio y nuestras iniciativas pastorales deben servir para orientar los otros hacia Cristo y favorecer su encuentro, como lo vivió Juan Bautista.

Presentémosle nuestra  sociedad carente de profetas, de guías, precursores y de orientadores,  a Jesús y pidámosle que nos ilumine para poder ser más clarividentes y audaces. Y así poder ser verdaderos testigos de su amor que  encaminen a los demás hacia Jesús.  

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