Lectura del santo evangelio según san Mateo
En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes
y a los ancianos del pueblo: "¿Qué les parece? Un hombre tenía dos hijos.
Se acercó al primero y le dijo: "Hijo, ve hoy a trabajar en la viña."
Él le contestó: "No quiero." Pero después recapacitó y fue. Se acercó
al segundo y le dijo lo mismo. Él le contestó: "Voy, señor." Pero no
fue. ¿Quién de los dos hizo lo que quería el padre?" Contestaron: "El
primero."
Jesús les dijo: "Les aseguro que los publicanos y las prostitutas les
llevan la delantera en el camino del reino de Dios. Porque vino Juan a ustedes
enseñándoles el camino de la justicia, y no le creyeron; en cambio, los
publicanos y prostitutas le creyeron. Y, aun después de ver esto, ustedes no
recapacitaron ni le creyeron." Palabra del Señor.
Reflexión
Esta parábola es simple y cuestionadora. No ofrece
razones que expliquen los comportamientos, solo los describe. Jesús nos muestra
el camino para aceptar la voluntad de Dios en nuestras vidas. El seguimiento de
Jesús se juega en la práctica, ella decide el destino ante Dios. El hacer prima
sobre el decir. La pregunta de Jesús es clara y exige de nosotros un
discernimiento: ¿Cuál de los dos hizo la voluntad del Padre? No basta con
responder que el primero. Tenemos que sentirnos interpelados: ¿Con cuál de los
dos nos sentimos nosotros identificados?
Estamos habituados a los discursos bonitos, aunque
sean poco significativos o contengan muy poca sustancia. Son los actos quienes
juzgan seriamente nuestras intenciones. Son las acciones quienes dan peso a las
palabras. Una persona creíble es aquella capaz de vivir su palabra. Si nuestras
palabras no concuerdan con nuestras prácticas tendríamos que dejar de hablar.
Lo grande del primero de los hijos es haber
recapacitado y cambiar de actitud. A eso estamos llamados, a la conversión, al
cambio, a la reflexión que nos haga tomar conciencia y finalmente vivir
coherentemente nuestra fe. Esto es lo que nos hace nacer de nuevo. Las palabras
se pueden borrar con los actos. Dijo no quiero ir, pero lo que queda es el
hecho de que final y humildemente fue.
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