EVANGELIO DEL DOMINGO
"Velen, porque no saben el momento". San Marcos, 51-62.

miércoles, 1 de diciembre de 2021

COMIERON TODOS


 

“El Evangelio de Hoy”: Mt 15,29-37

 

Lectura del santo evangelio según san Mateo:

 

En aquel tiempo, Jesús, bordeando el lago de Galilea, subió al monte y se sentó en él. Acudió a él mucha gente llevando tullidos, ciegos, lisiados, sordomudos y muchos otros; los echaban a sus pies, y él los curaba. La gente se admiraba al ver hablar a los mudos, sanos a los lisiados, andar a los tullidos y con vista a los ciegos, y dieron gloria al Dios de Israel.

Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: "Me da lástima de la gente, porque llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer. Y no quiero despedirlos en ayunas, no sea que se desmayen en el camino." Los discípulos le preguntaron: "¿De dónde vamos a sacar en un despoblado panes suficientes para saciar a tanta gente?" Jesús les preguntó: "¿Cuántos panes tienen?" Ellos contestaron: "Siete y unos pocos peces." Él mandó que la gente se sentara en el suelo. Tomó los siete panes y los peces, dijo la acción de gracias, los partió y los fue dando a los discípulos, y los discípulos a la gente. Comieron todos hasta saciarse y recogieron las sobras: siete cestas llenas. Palabra del Señor.

 

Reflexión

 

Reflexionando el evangelio de ayer decíamos que Dios escogía los sencillos, los débiles, los que no valían nada a los ojos del mundo. “El Evangelio de Hoy” es una invitación a valorar a todas estas personas, buscando soluciones concretas a los males que les agobian. Jesús no se contenta con anunciarle la misericordia y la compasión de Dios, Él pasa de predicar con la palabra, a testimoniar con la práctica. Es muy importante aprender de Jesús, su sensibilidad, su compasión. Es esta compasión que lo lleva a hacer algo por ellos.

 

Hoy se nos pide a nosotros ser sensibles a los males que sufren nuestros hermanos y hermanas. No se nos pide nada que no podamos ofrecer. No hay que esperar a ser ricos para compartir. Posiblemente los ricos lo son por no haber compartido. No olvidemos que nos estamos preparando para celebrar la Navidad, el Dios con nosotros… el Dios que se comparte, que no nos deja abandonados a nuestra suerte, sino que se embarra con nosotros para ayudarnos a crecer en nuestra tarea de ser humanos dignos. La espera, entonces, será efectiva y redundará en la calidad de vida y en la calidad de la convivencia.

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