EVANGELIO DEL DOMINGO
"Velen, porque no saben el momento". San Marcos, 51-62.

sábado, 30 de octubre de 2021

Humildad


 

“El Evangelio de Hoy” Lc 14, 1. 7-11

 

Lectura del santo evangelio según san Lucas:

 

En aquel tiempo, entró Jesús un sábado en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando. Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les propuso este ejemplo: "Cuando te conviden a una boda, no te sientes en puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y vendrá el que les convidó a ti y al otro, y te dirá: "Cédele el puesto a éste". Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto. Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga: "Amigo, sube más arriba". Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido". Palabra del Señor.

 

Reflexión

 

No es nada fácil vivir el Evangelio. El día a día se construye con otras lógicas. Las palabras del evangelio de hoy son chocantes para quienes consideran que ese mensaje coloca todo “patas arriba”. En realidad, lo que ocurre es todo lo contrario. El mundo, con su exaltación del consumo y del placer, ha trastocado los valores vitales de la existencia humana, y lo que hace el evangelio es colocar nuevamente todo en perspectiva. ¿Qué vale más? ¿Los puestos de honor en la escala social o el respeto absoluto por todas las personas, incluso las más humildes?

 

Por más que pretendamos no podremos superar los valores a los que nos llama la Palabra. El evangelio nos diría que sólo la persona humana tiene un valor absoluto y que el resto son puras convenciones sociales que se ajustan a las conveniencias de quienes se alternan en el poder. “Humillarse”, en la enseñanza de Jesús, no significa someterse a las ínfulas del poder sino reconocer que somos «humanos», salidos de la tierra y que Dios nos quiere como somos y por lo que somos, y no por el poder que alcanzamos, sea éste económico, político, social o religioso.

 

La autenticidad de vida aparecerá cuando seamos capaces de situarnos dignamente en nuestro universo humano y nos dejemos de apariencias estériles. Jesús entiende la vida como un banquete en el que podemos entrar en comunión con todos los invitados, o en el que podemos enfrascarnos en juegos de control y de poder, pretendiendo ser más que los otros, pero sin reconocer que, al final, todos estamos en la misma sala y corremos la misma suerte. Dejemos que la enseñanza de Jesús toque nuestra vida y digamos no a las iniciativas que nos llaman al individualismo deshumanizante y egoísta.

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