Una reflexión del Evangelio en perspectiva teológico-pastoral para animar desde la liturgia, la vida de fe en su compromiso personal y comunitario
martes, 14 de septiembre de 2021
“El Evangelio de Hoy”: Jn 3,13-17
Lectura del santo evangelio según san Juan:
En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo:
"Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre.
Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser
elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna.
Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno
de los que creen el él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su
Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por
él."Palabra del Señor.
Reflexión
Celebramos hoy la fiesta de la exaltación de la
santa cruz. En realidad no se trata de exaltar la cruz sino a Jesús el
crucificado en ella. Desde la cruz Jesús se eleva hacia el Padre Dios que lo
glorifica La cruz un signo del gran amor de Jesús para con la humanidad.
Sólo en ese sentido podría exaltarse la cruz. Por eso, el evangelio insiste en
que Jesús no vino a juzgar, condenar o acabar el mundo, por el contrario, vino
a dar testimonio de que el amor es el camino seguro que conduce a la
resurrección.
Estudiando los evangelios nos damos cuenta que
Jesús nunca amó el dolor, el sufrimiento o la muerte. Siempre que lo vemos
frente a una situación de sufrimiento lo que hace es liberar de esa situación
al que la padece, como los enfermos, los dependientes o poseídos, los
deprimidos, maltratados y marginados sociales. Por eso tenemos que afirmar que
la cruz no ha sido para Jesús un fin perseguido sino una consecuencia de su
amor y entrega a favor de su pueblo. Los seguidores de Jesús no amamos la cruz,
el sufrimiento ni el dolor; miramos al crucificado y reconocemos el gran amor
con que nos ha amado, siendo capaz hasta de aceptar ser clavado por amor a
nosotros.
Lo nuestro es luchar contra las cruces que hoy
cargan tantas personas, contra los males que hacen florecer y multiplica los
sufrimientos de la humanidad. Eso fue lo que vivió Jesús y por eso lo clavaron.
Ya es tiempo de superar la visión espiritual masoquista por tanto tiempo
predicada por la Iglesia y que tanto daño ha causado. Dediquémonos a combatir
las causas del sufrimiento y del dolor innecesario. Como Jesús, acompañemos a
los que sufren buscando aliviar sus dolores. Tratemos de ser remedio para los
males que padecemos. Si en ese ejercicio nos llegan sufrimientos e
ingratitudes, esa será nuestra cruz, pero no buscada. Esa será la manera de
exaltar, hoy y siempre, a aquel que por amor a nosotros fue capaz pasar por la
cruz.
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