"El Evangelio de hoy": Lc
8,4-15
Vivimos el mes de la Biblia. Ante la Palabra que se nos dirige somos
invitados a la escucha. Nos corresponde acogerla con un corazón noble y generoso,
como advierte Jesús a propósito de la tierra buena que fructifica. Y como él
mismo ha explicado el significado de la parábola a toda la gente que se le
juntaba y se iba añadiendo mientras pasaba por los pueblos nos toca a nosotros,
sus discípulos de hoy, seguir desentrañando el mensaje de vida y salvación que
comunica.
El punto de partida es Jesús mismo que trae una parábola, tomada de una
realidad que su auditorio bien conoce. La narración breve de Jesús nos explica
el destino de la semilla sembrada según el tipo de terreno donde cae. La
respuesta de los discípulos implica ir siempre más allá, en la profundización
del encuentro con Jesús. Una comunidad de discípulo se abre al don del Espíritu
y en la intimidad con su Maestro evita quedarse en una fe superficial,
epidérmica, sin implicación personal.
Al conocer las diversas circunstancias que impiden que la semilla germine y dé
muchos frutos, nos alegramos precisamente de buscar ser esa "tierra
buena", de quienes "con un corazón noble y generoso escuchan la
palabra, la guardan y dan fruto perseverando". Aunque haya indiferencia,
rechazo o animadversión contra la Palabra de Dios y quienes somos llamados a
encarnarla en el mundo, el Reino de Dios sigue floreciendo en nosotros. ¡Qué el
optimismo presente en la parábola nos llene de confianza y nos haga verdaderos
servidores de la Palabra!
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