EVANGELIO DEL DOMINGO
"Velen, porque no saben el momento". San Marcos, 51-62.

miércoles, 5 de mayo de 2021

UNIDOS A JESÚS DAREMOS FRUTOS


 

“El Evangelio de Hoy”: Jn 15,1-8

 

Lectura del santo Evangelio según San Juan

 

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:                  
«Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador. Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo corta, y todo el que da fruto, lo limpia, para que dé más fruto. Ustedes están ya limpios gracias a la palabra que les he dicho. Permanezcan en mí, como yo en ustedes. Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid; así tampoco ustedes si no permanecen en mí. Yo soy la vid; ustedes los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de mí no pueden hacer nada. Si alguno no permanece en mí, es arrojado fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen, los echan al fuego y arden. Si permanecen en mí, y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y lo conseguirán. La gloria de mi Padre está en que den mucho fruto, y sean mis discípulos. Palabra del señor.

 

Reflexión

Jesús insiste en que permanezcamos unidos a él para poder dar frutos. Para eso hacen falta dos condiciones: Que Dios nos done la vida y que nosotros reaccionemos como hijos de Dios. Somos llamados a recibir constantemente la savia, la vida de Cristo y esta savia es el Espíritu Santo que Jesús nos promete y nos da. Con este Espíritu somos capaces de permanecer unidos a Jesús.

El Espíritu Santo nos configura con la naturaleza de Cristo, verdadero Dios y verdadero Hombre y nos hace capaces de actuar como Él. Así, como Jesús, podemos llamar a Dios Padre y tratar a los demás como hermanos y hermanas que forman comunidades humanas y cristianas, produciendo frutos de amor, alegría y paz. El Espíritu santo es la savia que nos da la vida.

Permanecer en Jesús, es vivir en él, vivir en él es actuar como él en nuestras relaciones interpersonales y hacer visible esta presencia de Dios nosotros diariamente. Si queremos que el Señor permanezca en nosotros, tenemos que hacer el esfuerzo de abandonar todo lo que en nosotros no produce frutos como: el odio, el egoísmo, el individualismo. Y otras actitudes más sociales como la falta de interés por lo común, la corrupción y las mentiras. Sigamos siendo fieles a Jesús por la fe y la obediencia al mandamiento del amor. Que el Espíritu Santo nos oriente y sea la savia que fecunde nuestra vida.

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