Una reflexión del Evangelio en perspectiva teológico-pastoral para animar desde la liturgia, la vida de fe en su compromiso personal y comunitario
miércoles, 5 de mayo de 2021
UNIDOS A JESÚS DAREMOS FRUTOS
“El Evangelio de Hoy”: Jn 15,1-8
Lectura del santo Evangelio según San Juan
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: «Yo soy la vid verdadera,
y mi Padre es el viñador. Todo sarmiento que en mí no
da fruto, lo corta, y todo el que da fruto, lo limpia, para que dé más fruto.
Ustedes están ya limpios gracias a la palabra que les he dicho. Permanezcan en
mí, como yo en ustedes. Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto por sí
mismo, si no permanece en la vid; así tampoco ustedes si no permanecen en mí.
Yo soy la vid; ustedes los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése
da mucho fruto; porque separados de mí no pueden hacer nada. Si alguno no
permanece en mí, es arrojado fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los
recogen, los echan al fuego y arden. Si permanecen en mí, y mis palabras
permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y lo conseguirán. La gloria de mi
Padre está en que den mucho fruto, y sean mis discípulos. Palabra del señor.
Reflexión
Jesús insiste en que permanezcamos unidos a él para
poder dar frutos. Para eso hacen falta dos condiciones: Que Dios nos done la
vida y que nosotros reaccionemos como hijos de Dios. Somos llamados a recibir
constantemente la savia, la vida de Cristo y esta savia es el Espíritu Santo
que Jesús nos promete y nos da. Con este Espíritu somos capaces de permanecer
unidos a Jesús.
El Espíritu Santo nos configura con la naturaleza
de Cristo, verdadero Dios y verdadero Hombre y nos hace capaces de actuar como
Él. Así, como Jesús, podemos llamar a Dios Padre y tratar a los demás como
hermanos y hermanas que forman comunidades humanas y cristianas, produciendo
frutos de amor, alegría y paz. El Espíritu santo es la savia que nos da la vida.
Permanecer en Jesús, es vivir en él, vivir en él es
actuar como él en nuestras relaciones interpersonales y hacer visible esta
presencia de Dios nosotros diariamente. Si queremos que el Señor permanezca en
nosotros, tenemos que hacer el esfuerzo de abandonar todo lo que en nosotros no
produce frutos como: el odio, el egoísmo, el individualismo. Y otras actitudes
más sociales como la falta de interés por lo común, la corrupción y las
mentiras. Sigamos siendo fieles a Jesús por la fe y la obediencia al mandamiento
del amor. Que el Espíritu Santo nos oriente y sea la savia que fecunde nuestra
vida.
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