Una reflexión del Evangelio en perspectiva teológico-pastoral para animar desde la liturgia, la vida de fe en su compromiso personal y comunitario
martes, 4 de mayo de 2021
LA PAZ LES DEJO
“El Evangelio de Hoy”: Jn 14, 27-31a
Lectura del santo evangelio según san Juan:
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
"La paz les dejo, mi paz les doy; no se la doy yo como la da el mundo. Que
no tiemble su corazón ni se acobarde. Me han oído decir: "Me voy y vuelvo
a su lado." Si me amaran, se alegrarían de que vaya al Padre, porque el
Padre es más que yo. Les lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que
cuando suceda, sigan creyendo. Ya no hablaré mucho con ustedes, pues se acerca
el Príncipe del mundo; no es que él tenga poder sobre mí, pero es necesario que
el mundo comprenda que yo amo al Padre, y que lo que el Padre me manda yo lo
hago." Palabra del Señor.
Reflexión
La paz nos permite vivir nuestra humanidad y
organizarnos para responder a los requerimientos de la vida. La paz nos permite
pensar, discernir, calcular lo que nos hace falta para responder adecuadamente
a lo que Dios nos pide. En fin, la paz nos invita a la oración de alabanza, de
reconocimiento y de petición a nuestro Dios. Jesús sabe que sin su paz nada
podemos hacer para la extensión de su Reino. Jesús busca darle ánimo
a la comunidad temerosa. Hoy más que nunca está amenazada la paz a causa de la
falta de valores y la adopción de medidas que quitan la paz de millones y
millones de personas en el mundo.
Jesús nos ofrece una paz diferente a la del mundo.
La paz del mundo es negociada a partir de intereses particulares, es una paz
impuesta, para muchos, hecha de conveniencias económicas y política, en fin,
una paz siempre transitoria y caduca. La paz que Jesús ofrece a sus discípulos
es la paz que surge del amor fraterno que los creyentes viven entre sí
comunitariamente. Esta paz, dada por Jesús al mundo, es fruto de una armónica
relación entre Dios y los hombres y mujeres; es el resultado de un conocimiento
profundo de Dios, gracias a la acción del Espíritu Santo.
La comunidad de discípulos y discípulas de Jesús
toma real conciencia de que debe continuar la misión de Jesús: anunciar la
Buena Noticia del amor y la Salvación de Dios, en medio de innumerables
dificultades y oposiciones. La partida de Jesús hacia el Padre representa el
culmen de su misión profética y liberadora en la humanidad, lo cual debe
alegrar a los creyentes, ya que la obra de Dios se ve realizada en la entrega
amorosa de Jesús en la Cruz y también en el envío misionero de los discípulos,
quienes seguirán animados y orientados por la presencia vivificadora del
Espíritu Santo.
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