EVANGELIO DEL DOMINGO
"Velen, porque no saben el momento". San Marcos, 51-62.

lunes, 16 de noviembre de 2020

UN NUEVO VER

El Evangelio de Hoy”: Lc 18, 35-43 En aquel tiempo, cuando se acercaba Jesús a Jericó, había un ciego sentado al borde del camino pidiendo limosna. Al oír que pasaba gente, preguntaba qué era aquello, y le explicaron: "Pasa Jesús Nazareno". Entonces gritó: "¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!" Los que iban delante le regañaban para que se callara, pero él gritaba más fuerte: "¡Hijo de David, ten compasión de mí!" Jesús se paró y mandó que se lo trajeran. Cuando estuvo cerca, le preguntó: "¿Qué quieres que haga por ti?" El dijo: "Señor, que vea otra vez". Jesús le contestó: "Recobra la vista, tu fe te ha curado". En seguida recobró la vista y lo siguió glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al ver esto, alababa a Dios. Palabra del Señor. Reflexión El Texto evangélico de la sanación del ciego de Jericó es una nueva invitación a ver de nuevo. Preguntémonos ¿Cómo hemos visto hasta ahora? ¿Cuáles son nuestras maneras de ver las diferentes realidades a nuestro alrededor? Ver de nuevo significaría, estar abiertos a lo que Dios nos pide hoy en medio de nuestras situaciones. Estar atentos para discernir qué nos dice Dios en la coyuntura actual, para ponernos a su servicio comunicando a los otros el mensaje de Dios. Descubrir la voluntad de Dios para vivirla. Al igual que el ciego de Jericó, muchos vemos de manera equivocada a Jesús. El ciego veía a Jesús como ‘hijo del rey David’ y restaurador de la monarquía, Jesús no era muy partidario de las connotaciones de ese mesianismo. De hecho, Él no intenta cambiar esta visión por medio de discursos o reprobaciones sino con el ejemplo y la acción. La vista recobrada le permite al ciego ir detrás de Jesús y descubrir por sus propios medios quién era realmente Él. Ver otra vez significa ver de manera nueva, cambiar, dignificarse. Pongamos mucha atención pues en nuestro tiempo asistimos a una situación semejante. Muchas personas buscan a Jesús porque lo ven como una fuente de milagros o, incluso, de poder. Otras lo siguen impresionadas por los títulos con los que se exalta su figura. El evangelio nos invita a pedirle a Jesús que sea Él quien abra nuestros ojos para que seamos nosotros mismos. Dejemos que Jesús abra nuestros ojos. No tengamos miedo a ver lo que antes no alcanzábamos. Admitamos nuestras cegueras y pidámosle a Jesús que tenga compasión de nosotros y de los demás.

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