EVANGELIO DEL DOMINGO
"Velen, porque no saben el momento". San Marcos, 51-62.

martes, 20 de octubre de 2020

DEJÉMONOS ACOMPAÑAR


 

“El Evangelio de Hoy”: Lc 12, 35-38

 

Lectura del santo evangelio según san Lucas:

 

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: "Tengan ceñida la cintura y encendidas las lámparas; ustedes estén como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame. Dichosos los criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela: les seguro que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y les irá sirviendo. Y si llega entrada la noche o de madrugada y los encuentra así, dichosos ellos. Palabra del Señor.

 

Reflexión

 

La rutina y la pasividad nos paralizan y acomodan. La palabra de Dios nos sacude, cuestionando nuestra forma de ser. ¿Qué significa estar despiertos y vigilantes? Cuando la Biblia nos habla de la noche, esta significa los momentos de los problemas, dificultades, duelo, enfermedades y todas esas realidades que nos llegan sin planificarnos y que nos hacen frágiles e impotentes. En esos momentos el Señor no está ausente, está siempre con nosotros y podemos escuchar su voz de apoyo y de solidaridad. Él no viene a quitarnos vida o intensidad sino a servirnos con amor y ternura. Nuestra vida será más intensa, más alegre cuando estemos más atentos a la palabra, a la causa y al proyecto integral de Jesús. No olvidemos que cada vez que Jesús se acerca a alguien en los evangelios es para aportarle alegría, salud, perdón, ánimo y fuerza para la vida.

 

Estar preparados significa asumir las enseñanzas de Jesús. Estar preparados, estar en vela, en la dinámica del Reino de Dios, es tener el corazón y la existencia toda, total y plenamente, en Dios, vivir el desprendimiento que nos permita la confianza y la entrega. Esto es un asunto existencial. La preparación se realiza en el proceso de seguir a Jesús, entrar en sintonía con su mensaje y su manera de responder a la llamada de Dios. Es asumir la fe como un proyecto importante de vida que me va haciendo cada día más maduro y más libre frente a las realidades que me acontecen diariamente. Así somos llamados a estar desprendido de todo poder de dominio. A renunciar a las posesiones. A vivir en libertad y sin la esclavitud de las riquezas. A estar atentos al llamado de Dios. Es tener a Dios como centro y a su Reino como el fin de nuestra existencia. Nos preparamos para disfrutar plenamente de la vida, para experimentar realmente la presencia del Dios que nos convida a su fiesta y nos sirve con alegría.

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