“EL evangelio de
Hoy”: Lucas 11,47-54
Lectura del santo evangelio según san Lucas:
En aquel tiempo, dijo el Señor: "¡Ay de
ustedes, que edifican mausoleos a los profetas, después que sus padres los
mataron! Así son testigos de lo que hicieron sus padres, y lo aprueban; porque
ellos los mataron, y ustedes les edifican sepulcros. Por algo dijo la sabiduría
de Dios: "Les enviaré profetas y apóstoles; a algunos los perseguirán y
matarán"; y así, a esta generación se le pedirá cuenta de la sangre de los
profetas derramada desde la creación del mundo; desde la sangre de Abel hasta
la de Zacarías, que pereció entre el altar y el santuario. Sí, se lo repito: se
le pedirá cuenta a esta generación. ¡Ay de ustedes, maestros de la Ley, que se
han quedado con la llave del saber; “ustedes, que no han entrado y han cerrado
el paso a los que intentaban entrar!" Al salir de allí, los escribas y
fariseos empezaron a acosarlo y a tirarle de la lengua con muchas preguntas
capciosas, para cogerlo con sus propias palabras. Palabra del Señor.
Reflexión
Las Iglesias, las comunidades y los responsables de
sus ministerios o servicios deben su existencia al total de sus miembros y a
toda la sociedad. No existen para el auto servicio sino para servir a los demás
y posibilitar el crecimiento en la fe y en la dignidad humana. Jesús vive el
conflicto con los grupos que aparentemente realizan un trabajo religioso a
favor de su pueblo pero que, sin embargo, la realidad es diferente. En vez de
responder positivamente a las profecías de los enviados de Dios, lo que hacen
es quitarlos de en medio porque le dañan sus negocios. Dios nos a creado con
memoria histórica y no la debemos echar a perder. El hilo conductor de la
revelación de Dios a la humanidad, nos habla de un Dios amor, sensible al
sufrimiento y al clamor de su pueblo, que “baja” para liberarlo.
Las iglesias no pueden apoyar no hacerse cómplices
de quienes cometen abusos, violaciones y crímenes contra niños, jóvenes o
adultos, dentro o fuera de sus comunidades. Somos responsables de la
vida, nuestras experiencias deben servir a la dignificación de la vida.
Nuestros saberes deben rendir la vida más humana y alegre para que la gente
acceda a la realización, a la salvación de Dios. Somos llamados a la misión de
servir, de posibilitar de abrir caminos de vida. Seamos receptivos ante la
palabra de Dios. No somos enviados a cosechar sino a sembrar la semilla del
bien y a ser buenos con los demás, no a determinar si los otros lo son.
Ayudemos a los demás a encontrarse con Jesús y a seguirlo en su misión de
anunciar la Buena Noticia. Vivamos sinceramente lo que creemos, evitando
la hipocresía y la doble vida. Contamos con la compañía de Jesús y de su Espíritu.
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