EVANGELIO DEL DOMINGO
"Velen, porque no saben el momento". San Marcos, 51-62.

miércoles, 16 de septiembre de 2020

REACCIONAR DESDE LA FE Y EL AMOR

“El Evangelio de Hoy”: Lc 7, 31-35 Lectura del santo evangelio según san Lucas En aquel tiempo, dijo el Señor: "¿A quién se parecen los hombres de esta generación? ¿A quién los compararemos? Se parecen a unos niños, sentados en la plaza, que gritan a otros: "Tocamos la flauta y no bailan, cantamos lamentaciones y no lloran." Vino Juan el Bautista, que ni comía ni bebía, y dijeron que tenía un demonio; viene el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: "Miren qué comilón y qué borracho, amigo de publicanos y pecadores." Sin embargo, los discípulos de la sabiduría le han dado la razón." Palabra del Señor Reflexión Somos invitados a no distraernos con temáticas insignificantes. Lo verdaderamente moral y ético es lo que produce, alimenta y sostiene la vida que Dios nos ha dado. Existe hoy la tentación de entender nuestra espiritualidad cristiana de una forma oscura y poco atrayente para muchos, sobre todo para una gran mayoría que se sienten vacíos e indiferentes y no logran encontrar el camino que los conduzca al encuentro con Dios. En la sociedad y en la Iglesia han existido siempre grupos y personas que solo saben criticar a los que intentan responder a su vocación humana y cristiana, asumiendo compromisos comunitarios de servicio. A Jesús le pasó igual con su misión. Generó opiniones divididas entre sus contemporáneos a los que llama “esta generación”. Criticaron a Juan el Bautista porque no comía pan, ni bebía vino; y criticaron a Jesús por que comía y bebía con recaudadores y pecadores. En realidad, lo que les interesa a quienes critican a Jesús y al Bautista es mantener sus privilegios. Juan invitaba a la conversión por medio del bautismo, y Jesús convocaba a la conversión del Reino de Dios. Comer y beber no hacen impuro a nadie; lo que está en el corazón, sí. Por eso, sólo la conversión real es lo que importa. Por encima de las críticas de los demás se encuentran las convicciones personales. Comer y beber forma parte de las expectativas del Reino de Dios que Jesús anunció con su vida, en un mundo donde se pasa hambre y sed. Comió y bebió con pecadores para enseñarles que el Reino de Dios es como una gran cena donde todos tienen cabida. Dios no hace distinción entre las personas, nos ama y nos salva, alimentándonos con su presencia amiga. Hoy somos llamados por Jesús a vivir seriamente nuestra fe, dejándonos sensibilizar por la realidad de nuestros hermanos.

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