Una reflexión del Evangelio en perspectiva teológico-pastoral para animar desde la liturgia, la vida de fe en su compromiso personal y comunitario
miércoles, 16 de septiembre de 2020
REACCIONAR DESDE LA FE Y EL AMOR
“El Evangelio de Hoy”: Lc 7, 31-35
Lectura del santo evangelio según san Lucas
En aquel tiempo, dijo el Señor: "¿A quién se parecen los hombres de esta generación? ¿A quién los
compararemos? Se parecen a unos niños,
sentados en la plaza, que gritan a otros: "Tocamos la flauta y no bailan,
cantamos lamentaciones y no lloran." Vino Juan el Bautista, que
ni comía ni bebía, y dijeron que tenía un demonio; viene el Hijo del hombre,
que come y bebe, y dicen: "Miren qué comilón y qué borracho, amigo de
publicanos y pecadores." Sin embargo, los discípulos
de la sabiduría le han dado la razón." Palabra del Señor
Reflexión
Somos invitados a no
distraernos con temáticas insignificantes. Lo verdaderamente moral y ético es
lo que produce, alimenta y sostiene la vida que Dios nos ha dado. Existe
hoy la tentación de entender nuestra espiritualidad cristiana de una forma
oscura y poco atrayente para muchos, sobre todo para una gran mayoría que se
sienten vacíos e indiferentes y no logran encontrar el camino que los conduzca
al encuentro con Dios. En la sociedad y en la Iglesia han existido siempre
grupos y personas que solo saben criticar a los que intentan responder a su
vocación humana y cristiana, asumiendo compromisos comunitarios de servicio. A
Jesús le pasó igual con su misión. Generó opiniones divididas entre sus
contemporáneos a los que llama “esta generación”.
Criticaron a Juan el
Bautista porque no comía pan, ni bebía vino; y criticaron a Jesús por que comía
y bebía con recaudadores y pecadores. En realidad, lo que les interesa a
quienes critican a Jesús y al Bautista es mantener sus privilegios. Juan
invitaba a la conversión por medio del bautismo, y Jesús convocaba a la
conversión del Reino de Dios. Comer y beber no hacen impuro a nadie; lo que
está en el corazón, sí. Por eso, sólo la conversión real es lo que importa. Por
encima de las críticas de los demás se encuentran las convicciones personales.
Comer y beber forma parte de las expectativas del Reino de Dios que Jesús
anunció con su vida, en un mundo donde se pasa hambre y sed. Comió y bebió con
pecadores para enseñarles que el Reino de Dios es como una gran cena donde
todos tienen cabida. Dios no hace distinción entre las personas, nos ama y nos
salva, alimentándonos con su presencia amiga. Hoy somos llamados por Jesús a
vivir seriamente nuestra fe, dejándonos sensibilizar por la realidad de
nuestros hermanos.
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