EVANGELIO DEL DOMINGO
"Velen, porque no saben el momento". San Marcos, 51-62.

domingo, 29 de marzo de 2020

JESÚS ES NUESTRA ESPERANZA




“El Evangelio de Hoy”: Jn 11, 1-45

Lectura del santo evangelio según san Juan:

En aquel tiempo, las hermanas mandaron recado a Jesús, diciendo: "Señor, tu amigo está enfermo." Jesús, al oírlo, dijo: "Esta enfermedad no acabará en la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella." Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando se enteró de que estaba enfermo, se quedó todavía dos días en donde estaba. Sólo entonces dice a sus discípulos: "Vamos otra vez a Judea."
Cuando Jesús llegó, Lázaro llevaba ya cuatro días enterrado. Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedaba en casa. Y dijo Marta a Jesús: "Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá." Jesús le dijo: "Tu hermano resucitará." Marta respondió: "Sé que resucitará en la resurrección del último día." Jesús le dice: "Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?" Ella le contestó: "Sí, Señor: yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo."
Jesús, sollozó y, muy conmovido, preguntó: "¿Dónde lo han enterrado?" Le contestaron: "Señor, ven a verlo." Jesús se echó a llorar. Los judíos comentaban: "¡Cómo lo quería!" Pero algunos dijeron: "Y uno que le ha abierto los ojos a un ciego, ¿no podía haber impedido que muriera éste?" Jesús, sollozando de nuevo, llega al sepulcro. Era una cavidad cubierta con una losa. Dice Jesús: "Quiten la losa." Marta, la hermana del muerto, le dice: "Señor, ya huele mal, porque lleva cuatro días." Jesús le dice: "¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?" Entonces quitaron la losa. Jesús, levantando los ojos a lo alto, dijo: "Padre, te doy gracias porque me has escuchado; yo sé que tú me escuchas siempre; pero lo digo por la gente que me rodea, para que crean que tú me has enviado." Y dicho esto, gritó con voz potente: "Lázaro, ven afuera." El muerto salió, los pies y las manos atados con vendas, y la cara envuelta en un sudario. Jesús les dijo: "Desátenlo y déjenlo andar."
Y muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él. Palabra del Señor.

Reflexión

El relato de la resurrección de Lázaro es sorprendente. Por una parte, nos presenta a Jesús tan humano, frágil y entrañable en este momento en que se le muere uno de sus mejores amigos. Por otra parte, se nos invita directamente a creer en su poder salvador: «Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque muera, vivirá... ¿Crees esto?» La familia está rota. Cuando se presenta Jesús, María rompe a llorar. Nadie la puede consolar.
Hay en nosotros un deseo insaciable de vida. Nos pasamos los días y los años luchando por vivir. Nos agarramos a la ciencia de la medicina para prolongar esta vida biológica, pero siempre llega una última enfermedad de la que nadie nos puede curar. Tampoco nos serviría vivir esta vida para siempre. Lo que anhelamos es una vida diferente, sin dolor ni vejez, sin epidemias ni pandemias, sin hambres ni guerras, una vida plenamente dichosa para todos.
Hoy vivimos en una sociedad aislada por la amenaza del Covi19 que ha cundido en todo el planeta trayendo incertidumbre, muerte y con ella, el miedo y el pánico generalizado. Nuestra fragilidad salta a la vista. Nunca habíamos tenido, los humano tanto poder para avanzar hacia una vida más sana, digna y feliz. Sin embargo, nunca tal vez habíamos sentido tanta impotencia ante un futuro incierto y amenazador como hoy. Ante esto, ¿dónde poner la esperanza, cómo vivir estos días, semanas, meses? Jesús nos sigue diciendo hoy: «Yo soy la resurrección y la vida: el que crea en mí, aunque haya muerto vivirá... ¿Crees esto?» A pesar de dudas y oscuridades, a pesar de la pandemia los cristianos creemos en Jesús, Señor de la vida y de la muerte. Sólo en él buscamos luz y fuerza para luchar por la vida y para enfrentarnos a la muerte. Sólo en él encontramos una esperanza de vida más allá de la vida.

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