Una reflexión del Evangelio en perspectiva teológico-pastoral para animar desde la liturgia, la vida de fe en su compromiso personal y comunitario
sábado, 30 de noviembre de 2019
VENGAN Y SÍGANME
“El Evangelio de Hoy”: Mt 4,18-22
Lectura del santo evangelio según san Mateo:
En aquel tiempo, pasando Jesús ante el lago de Galilea, vio a dos hermanos, a Simón, al que llaman Pedro, y a Andrés, su hermano, que estaban echando el copo en el lago, pues eran pescadores. Les dijo: "Vengan y síganme, y les haré pescadores de hombres." Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Y, pasando adelante, vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre. Jesús los llamó también. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron. Palabra del Señor.
Reflexión
Celebramos la fiesta del Apóstol San Andrés. En El Evangelio de Hoy Jesús hace un llamado a sus primeros 4 discípulos y estos le siguen sin tardar. Les llama allí donde ellos están, en medio de sus afanes cotidianos. La vocación aparece en la Biblia como un relato que nos ayuda a comprender el misterio de todo llamado: nace en la vida cotidiana, con rasgos de identificación familiar, en el ambiente propio de cada convocado y con el reto
a seguir una propuesta que implica un cambio radical en la vida de quien ha sido llamado. Las cuatro claves de la vocación son: seguimiento, discipulado, comunidad y misión. Preguntémonos hoy, a qué nos está llamando Jesús en medio de la realidad que vivimos. No dudemos en decirle “te seguiré Señor”, asumiendo un compromiso personal que nos lleve a la realización plena.
viernes, 29 de noviembre de 2019
PALABRA ETERNA
“El Evangelio de Hoy”: Lc
21,29-33
Lectura del santo evangelio según san Lucas:
En aquel tiempo, puso Jesús una parábola a sus discípulos:
"Fíjense en la higuera o en cualquier árbol: cuando echan brotes, les
basta verlos para saber que el verano está cerca. Pues, cuando vean que suceden
estas cosas, sepan que está cerca el reino de Dios. Les aseguro que antes que
pase esta generación todo eso se cumplirá. El cielo y la tierra pasarán, mis palabras
no pasarán." Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
¿Qué nos está indicando la realidad
que vivimos hoy? Jesús nos enseña que es necesario leer los signos de los
tiempos, los signos de la historia, los signos de la presencia del reino de
Dios creciendo en medio de nuestras labores cotidianas. Los evangelios han
recogido de diversas formas la llamada insistente de Jesús a vivir despiertos y
vigilantes, muy atentos a los signos de los tiempos. Los primeros
cristianos dieron mucha importancia a esta “vigilancia” para estar preparados
ante la venida inminente del Señor. Más tarde, se tomó conciencia de que vivir
con lucidez, atentos a los signos de cada época, es imprescindible para
mantenernos fieles a Jesús a lo largo de la historia.
Por eso eligió Jesús un grupo de
hombres y mujeres para compartir su experiencia de Dios y su misión. Todo el camino de formación de Jesús con sus discípulos
está orientado por el Reino de Dios. Ésta es la carta de navegación que debe
guiar a los discípulos y a la Iglesia para llegar a un puerto seguro. Con la
llegada de Jesús el Reino ya está entre nosotros. Nuestra tarea o misión para
hoy es hacer visible el reino que Jesús instauró. Lo haremos visible viviendo
lo enseñado por Jesús, la fraternidad, la justicia, la igualdad… si esto no
está el reino no se verá.
jueves, 28 de noviembre de 2019
DE LO COTIDIANO A LA ETERNIDAD
“El Evangelio de Hoy”: Lc 21, 20-28
Lectura del santo evangelio según san
Lucas:
En aquel tiempo dijo Jesús a sus
discípulos: "Cuando vean a Jerusalén sitiada por ejércitos, sepan que está
cerca su destrucción. Entonces los que estén en Judea, que huyan a la sierra;
los que estén en la ciudad, que se alejen; los que estén en el campo, que no
entren en la ciudad; porque serán días de venganza en que se cumplirá todo lo
que está escrito. ¡Ay de las que estén encinta o criando en aquellos días!
Porque habrá angustia tremenda en esta tierra y un castigo para este pueblo.
Caerán a filo de espada, los llevarán
cautivos a todas las naciones, Jerusalén será pisoteada por los gentiles, hasta
que a los gentiles les llegue su hora. Habrá signos en el sol y la luna y las
estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, enloquecidas por el estruendo
del mar y el oleaje. Los hombres quedarán sin aliento por el miedo y la
ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues las potencias del cielo
temblarán. Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube con gran poder y
gloria. Cuando empiece a suceder esto, levántense, alcen la cabeza; se acerca
su liberación". Palabra del
Señor.
Reflexión
Jesús prevé la destrucción de Jerusalén como una tragedia
para sus habitantes, pero como una oportunidad para sus seguidores. A
diferencia de otros grupos religiosos, que estaban atados al territorio, a las
ciudades, a las edificaciones y a las instituciones, el cristianismo es capaz
de recrearse en cada lugar y cultura. No depende de una raza o de unos
edificios, sino que viaja como palabra de vida en el corazón de los creyentes.
Mientras las potencias mundanas se turnan para imponer sus políticas o estilos
de vida, el cristianismo busca que quienes lo acogen sepan traducirlo en gestos
cotidianos y no sólo en documentos, consignas o programas.
Mientras que los tiempos de crisis significan el final de
una época, de una cultura, de una nación, por el contrario, la crisis es el
elemento en el que el cristianismo se fortalece, a partir de una oferta de
crecimiento personal, grupal y social. Jesús llama a sus seguidores para que
levanten la cabeza y se sientan libres y liberados ante la inminencia del final
del territorio de Judá. El cambio no es el fin, sino el comienzo de un nuevo
camino. – ¿Cómo podemos responder a las voces que anuncian el final del
cristianismo?
miércoles, 27 de noviembre de 2019
VIVIR LA FE
“El Evangelio de Hoy”:
Lc 21, 12-19
Lectura del santo evangelio según san Lucas
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Les
echarán mano, los perseguirán, entregándolos a las sinagogas y a la cárcel, y
les harán comparecer ante reyes y gobernadores por causa mía. Así tendrán
ocasión de dar testimonio. Hagan propósito de no preparar su defensa, porque yo
les daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir
ningún adversario de ustedes. Y hasta sus padres, y parientes, y hermanos, y
amigos los traicionarán, y matarán a algunos de ustedes, y todos los odiarán
por causa mía. Pero ni un cabello de su cabeza perecerá; con su perseverancia
salvarán sus almas." Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Jesús nos da algunos consejos para vivir
los tiempos difíciles desde la fe: Lo primero es asumir la vida siguiéndolo a
él sin olvidar sus enseñanzas, vivir nuestra fe. Que nuestras
acciones y actitudes sirvan de testimonio de fe en medio de las calamidades y tragedias
que nos lleguen. Los tiempos difíciles no han de ser tiempos de
lamentos, desaliento, resignación o de huida. Jesús nos recuerda que “tendrán
ocasión de dar testimonio”. Y para dar testimonio nos fijamos en los
demás y tratamos de ser soporte de quienes, a nuestro lado, sufren aún más que
nosotros, vivimos la solidaridad y así crecemos en comunión. La mejor manera de
resistir a las dificultades es viviendo coherentemente nuestra fe y metiendo
nuestra confianza en el Señor. No olvidemos que nuestro final no es la muerte
sino la Pascua, la vida plena. Perseveremos en el amor.
domingo, 24 de noviembre de 2019
REY DEL SERVICIO
El Evangelio de Hoy Lucas
23,35-43
+ Lectura del santo evangelio según san Lucas
En aquel tiempo, las autoridades hacían muecas a Jesús
diciendo: - A otros ha salvado, que se salve a
sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el Elegido. Se burlaban de él también los soldados, ofreciéndole
vinagre y diciendo: - Si eres tú el rey de los
judíos, sálvate a ti mismo. Había encima un
letrero en escritura griega, latina y hebrea: «Éste es el rey de los judíos».
Uno de los malhechores crucificados lo insultaba
diciendo: - ¿No eres tú el Mesías? Sálvate a
ti mismo y a nosotros. Pero el otro le
increpaba: - ¿Ni siquiera temes tú a Dios,
estando en el mismo suplicio? Y lo nuestro es justo, porque recibimos el pago
de lo que hicimos; en cambio, éste no ha faltado en nada. Y decía: - Jesús,
acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino. Jesús
le respondió: - Te lo aseguro: hoy estarás
conmigo en el Paraíso. Palabra del Señor.
Reflexión
El relato de la crucifixión, nos recuerda a los seguidores de
Jesús que su reino no es un reino de gloria y de poder, sino de servicio, amor
y entrega total para rescatar al ser humano del mal, el pecado y la muerte.
Habituados a proclamar la "victoria de la
Cruz", corremos el riesgo de olvidar que el Crucificado nada tiene que ver
con un falso triunfalismo que vacía de contenido el gesto más sublime de
servicio humilde de Dios hacia sus criaturas. La Cruz no es una especie de
trofeo que mostramos a otros con orgullo, sino el símbolo del Amor crucificado
de Dios que nos invita a seguir su ejemplo.
Cantamos, adoramos y besamos la Cruz de Cristo porque en lo
más hondo de nuestro ser sentimos la necesidad de dar gracias a Dios por su
amor insondable, pero sin olvidar que lo primero que nos pide Jesús de manera
insistente no es besar la Cruz sino cargar con ella. Y esto consiste
sencillamente en seguir sus pasos de manera responsable y comprometida,
sabiendo que ese camino nos llevará tarde o temprano a compartir su destino
doloroso.
Para los seguidores de Jesús, reivindicar la Cruz es
acercarse servicialmente a los crucificados; introducir justicia donde se abusa
de los indefensos; reclamar compasión donde sólo hay indiferencia ante los que
sufren. Esto nos traerá conflictos, rechazo y sufrimiento. Será nuestra manera humilde
de cargar con la Cruz de Cristo. "La Cruz ya no intranquiliza a nadie, no
tiene ningún aguijón; ha perdido la tensión del seguimiento a Jesús, no llama a
ninguna responsabilidad, sino que descarga de ella". Revisemos todos, cuál
es nuestra verdadera actitud ante la Cruz. Acerquémonos al crucificado de
manera más responsable y comprometida.
sábado, 23 de noviembre de 2019
DIOS VIVO Y DE VIVOS
“El Evangelio de Hoy”: Lc 20, 27-40
Lectura del santo evangelio según san Lucas:
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos saduceos, que niegan la resurrección, y le preguntaron: "Maestro, Moisés nos dejó escrito: Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer, pero sin hijos, cásese con la viuda y dé descendencia a su hermano. Pues bien, había siete hermanos: el primero se casó y murió sin hijos. Y el segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete murieron sin dejar hijos. Por último, murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete han estado casados con ella." Jesús les contestó: "En esta vida, hombres y mujeres se casan; pero los que sean juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección de entre los muertos no se casarán. Pues ya no pueden morir, son como ángeles; son hijos de Dios, porque participan en la resurrección. Y que resucitan los muertos, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor "Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob". No es Dios de muertos, sino de vivos; porque para él todos están vivos." Intervinieron unos escribas: "Bien dicho, Maestro." Y no se atrevían a hacerle más preguntas. Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
Recordemos que Jesús no se dedicó a teorizar sobre la vida más allá de la muerte. Él no es amigo de entretener a la gente con promesas de futuro que estropeen el disfrute de la vida presente. Lo de Jesús es animar la esperanza y el esfuerzo por la superación del presente a través de la fe, la vida espiritual y de gestos concretos de solidaridad y de servicios mutuos entre las personas. Si Jesús habla de la resurrección no es porque ese sea su tema favorito, sino, motivado por estos saduceos que solo piensan en ellos mismos y no van más allá de sus propios límites y aspiraciones, al pensar en Dios y sus promesas.
Jesús nos ha enseñado, con su propia vida, que desde la fe,
la muerte no tiene la última palabra, porque la experiencia cristiana de la
resurrección es la prueba fehaciente del triunfo de la vida sobre la muerte y
del amor sobre la violencia. La resurrección supone una nueva forma de vida,
que permite experimentar un cambio profundo en las relaciones humanas y en la
experiencia de un Dios, que quiere que todos los seres humanos tengan vida
plena, colmada, alegre y compartida.
La Resurrección no será más de lo mismo. Les invito a que
vayamos disfrutando ya en lo poco, las grandezas de la vida eterna. Dediquemos
tiempo y espacios a los demás, seamos capaces de dar de lo que somos y tenemos
para que otros sean capaces de alegrarse con nosotros y con otras personas.
Estos sencillos detalles nos hablan de algo que trasciende lo cotidiano y se
proyecta a lo pleno y eterno.
jueves, 21 de noviembre de 2019
Sensibilidad y Creatividad Correctiva
“El Evangelio de Hoy”: Lc 19, 41-44
Lectura del santo evangelio según san Lucas:
En aquel tiempo, al acercarse Jesús a Jerusalén y ver la
ciudad, le dijo llorando: "¡Si al menos tú comprendieras en este día lo
que conduce a la paz! Pero no: está escondido a tus ojos. Llegará un día en que
tus enemigos te rodearán de trincheras, te sitiarán, apretarán el cerco, te
arrasarán con tus hijos dentro, y no dejarán piedra sobre piedra. Porque no
reconociste el momento de mi venida." Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
El Evangelio de Hoy nos presenta a Jesús llorando al
contemplar la ciudad de Jerusalén desde lejos. Esta imagen contrasta con la de
sus discípulos que se admiraban al mirar el esplendor del templo y los dones
que la gente hacía. El sentimiento y las lágrimas les vienen a Jesús al observar
la cerrazón de aquel pueblo al que Dios le había revelado su amor y su ternura
junto a un plan de desarrollo humano duradero. En vez de escuchar a Dios y a
sus enviados prefieren acogerse a sus propias gestiones desprovistas de
igualdad o de justicia y basada en unas relaciones desiguales y empobrecedoras
de las mayorías.
Lo que conmueve a Jesús y le hace llorar es la
indiferencia, la miopía, la corrupción, la prepotencia y la violencia de los
dirigentes de su pueblo. Y creo que podemos hacer un paralelo con los
dirigentes de nuestras sociedades. Observamos un deterioro creciente de la
justicia, de la fraternidad, de las instituciones con vocación de servicio.
Sabemos que la corrupción arropa nuestros pueblos. Pero, sin embargo, seguimos
con más de lo mismo… discursos, promesas, argumentos, acusaciones y
contracusaciones… Planes sobre planes… Y la inseguridad, la violencia, los niveles
vergonzantes de desigualdad aumentan sin que avistemos variaciones positivas en
el marco institucional.
Es la misma realidad que hace llorar a Jesús la que vivimos
dos mil años después. No seamos insensibles frente al sufrimiento de las
mayorías de los pueblos. Si hay que llorar lloremos, pero no dejemos de hacer
planteamientos, sugerencias, enseñanzas. Es el momento de volvernos creativos a
favor del bien y de las soluciones a nuestros problemas comunitarios. Dejémonos
inspirar por Jesús.
miércoles, 20 de noviembre de 2019
DILIGENCIAR
“El Evangelio de Hoy”: Lc 19, 11-28.
Lectura del santo evangelio según san Lucas:
En aquel tiempo dijo Jesús una parábola; el motivo era que estaba cerca de Jerusalén y se pensaban que el Reino de Dios iba a despuntar de un momento a otro. Dijo, pues: "Un hombre noble se marchó a un país lejano para conseguirse el título de rey, y volver después. Llamó a diez empleados suyos y les repartió diez onzas de oro, diciéndoles: "Negocien mientras vuelvo".
Sus conciudadanos, que le aborrecían, enviaron tras de él una embajada para informar: "No queremos que él sea nuestro rey". Cuando volvió con el título real, mandó llamar a los empleados a quienes había dado el dinero, para enterarse de lo que había ganado cada uno. El primero se presentó y dijo: "Señor, tu onza ha producido diez". Él le contestó: "Muy bien, eres un empleado cumplidor; como has sido fiel en una minucia, tendrás autoridad sobre diez ciudades". El segundo llegó y dijo: "Tu onza, señor, ha producido cinco". A ése le dijo también: "Pues toma tú el mando de cinco ciudades". El otro llegó y dijo: "Señor, aquí está tu onza; la he tenido guardada en el pañuelo; te tenía miedo porque eres un hombre exigente, que reclamas lo que no prestas y siegas lo que no siembras". Él le contestó: "Por tu boca te condeno, empleado holgazán. ¿Conque sabías que soy exigente, que reclamo lo que no presto y siego lo que no siembro? Pues ¿por qué no pusiste mi dinero en el banco? Al volver yo, lo habría cobrado con los intereses".
Entonces dijo a los presentes: "Quítenle a éste la onza y dénsela al que tiene diez". Le replicaron: "Señor, si ya tiene diez onzas". Les digo: "Al que tiene se le dará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Y a esos enemigos míos que no me querían por rey, tráiganlo acá y degüéllenlo en mi presencia". Dicho esto, echó a andar delante de ellos, subiendo hacia Jerusalén. Palabra del Señor.
Reflexión
Jesús continúa hablando desde Jericó, ciudad de paso hacia Jerusalén. No nos olvidamos que ya en Jericó Jesús ha transformado la vida del ciego, le ha acompañado en su paso hacia la claridad, la libertad y la visibilidad. También, vimos ayer la transformación de Zaqueo, quien pasa de amante solamente del dinero, de insignificante y marginado pecador público, a solidario y desvolvedor convertido a la fraternidad. El Evangelio de Hoy anuncia otra transformación: la eficacia de los administradores que, en la parábola, trabajan en la ausencia de su rey.
Con esta parábola el evangelista Lucas nos prepara para comprender la subida de Jesús a Jerusalén y su confrontación con los administradores inútiles que convirtieron al Israel de esa época en un pueblo miserable e inconscientemente opuesto a la voluntad de Dios. Las manos que tenían los recursos para obrar el bien y preparar el retorno del rey, se volvieron inútiles e incluso se preparan para deponerlo. En la vida cristiana ocurre algo semejante. Dios nos da todas las capacidades y los recursos para que nuestras manos continúen su obra creadora; sin embargo, podemos caer en la tentación de olvidarnos de su voluntad e incluso de crear realidades contrarias a su venida.
Ahora que en nuestro medio vivimos crisis profundas de credibilidad debido a la ineficacia de los administradores de nuestros pueblos, quienes en vez de fomentar la igualdad, la justicia, las oportunidades y el bien común; en vez de preparar un futuro prometedor para las generaciones venideras, se han dedicado a enriquecerse ellos, creando déficits tras déficits. De nada nos serviría, tampoco, quedarnos instalados en críticas opositoras y oportunistas y estériles. Somos invitados a la creatividad, a la coherencia y la vigilancia capaz de producir las actitudes que hacen presente el Reino de Dios. Pensemos en grande mirando al futuro y actuemos en lo concreto de nuestros espacios y nuestro tiempo viviendo con los pies sobre la tierra. Que nuestra manera de vivir constituya una protesta radical contra todo lo que denigra la vida, la justicia y la fraternidad.
lunes, 18 de noviembre de 2019
VER Y NO VER
“El Evangelio de Hoy”: Lc 18, 35-43
Lectura del santo evangelio según san Lucas:
En aquel tiempo, cuando se acercaba
Jesús a Jericó, había un ciego sentado al borde del camino pidiendo limosna. Al
oír que pasaba gente, preguntaba qué era aquello, y le explicaron: "Pasa
Jesús Nazareno". Entonces gritó: "¡Jesús, hijo de David, ten compasión
de mí!" Los que iban delante le regañaban para que se
callara, pero él gritaba más fuerte: "¡Hijo de David, ten compasión de
mí!" Jesús se paró y mandó que se lo trajeran. Cuando estuvo cerca, le
preguntó: "¿Qué quieres que haga por ti?" Él dijo: "Señor, que
vea otra vez". Jesús le contestó: "Recobra la vista, tu fe te ha
curado". En seguida recobró la vista y lo siguió glorificando a Dios. Y
todo el pueblo, al ver esto, alababa a Dios. Palabra del Señor.
Reflexión
El Texto evangélico de la sanación del
ciego de Jericó es una gran invitación a ver de nuevo. Preguntémonos ¿Cómo
hemos visto hasta ahora? ¿Cuáles son nuestras maneras de ver las diferentes
realidades a nuestro alrededor? Ver de nuevo significaría, estar abiertos a lo
que Dios nos pide hoy en medio de nuestras situaciones. Es el ejercicio
profético que nos aportan los escritos de la Biblia que llamamos proféticos.
Estar atentos y atentas para discernir qué nos dice Dios en la coyuntura
actual, para ponernos a su servicio comunicando a los otros el mensaje
de Dios. Descubrir la voluntad de Dios para vivirla. Al igual que el ciego de Jericó, muchos
vemos de manera equivocada a Jesús. El ciego veía a Jesús como ‘hijo del rey
David’ y restaurador de la monarquía. El ver otra vez significa ver de manera
nueva, cambiar, dignificarse.
Muchas personas buscan a Jesús porque lo ven como una fuente de milagros o, incluso, de poder. Otras lo
siguen impresionadas por los títulos con los que se exalta su figura. El
evangelio nos invita a pedirle a Jesús que sea Él quien abra nuestros ojos para
que lo descubramos en los rostros de las personas que lo sirven, en los más
pobres y en los que sufren al defender a las víctimas y al exigir justicia,
como Él lo hace. Dejemos que Jesús abra nuestros ojos. No tengamos miedo a ver
lo que antes no alcanzábamos. Admitamos nuestras cegueras y pidámosle a Jesús
que tenga compasión de nosotros.
jueves, 14 de noviembre de 2019
NI FECHAS NI LUGARES
“El Evangelio de Hoy”: Lc
17, 20-25
Lectura del santo evangelio según san Lucas:
En aquel tiempo, a unos fariseos que le
preguntaban cuándo iba a llegar el Reino de Dios, Jesús les contestó: "El
Reino de Dios no vendrá espectacularmente, ni anunciarán que está aquí o está
allí; porque miren, el Reino de Dios está dentro de ustedes".
Dijo a sus discípulos: "Llegará un
tiempo en que desearán vivir un día con el Hijo del hombre, y ni podrán. Si les
dicen que está aquí o está allí, no se vayan detrás. Como el fulgor del
relámpago brilla de un horizonte a otro, así será el Hijo del hombre en su día.
Pero antes tiene que padecer mucho y ser reprobado por esta generación". Palabra del Señor.
Reflexión
No se trata de fechas ni de lugares, se trata de nosotros y
de nuestras actitudes frente a Jesús mismo y su anuncio. El
Evangelio de Hoy lo dice claro: "El reino de Dios no vendrá
espectacularmente, ni anunciarán que está aquí o está allí; porque miren, el
reino de Dios está dentro de ustedes." Jesús sabe lo alarmistas
que podemos llegar a ser si comenzamos a hablar de fechas. Por eso intenta
ayudarnos a centrar El Reino en nuestras vidas. Es importante vivir ahora y
todos los días los valores del Reino de Dios. Es importante aprovechar cada día
de nuestra vida para reconocer el amor que Dios nos tiene y creer en este amor
practicándolo con los demás. De manera que estamos invitados por el evangelio a
vivir la fraternidad, la justicia, la solidaridad como presencia, en pequeño
del Reino de Dios anunciado y vivido por Jesús.
jueves, 7 de noviembre de 2019
NADIE ESTÁ PERDIDO PARA DIOS
“El Evangelio de Hoy” Lc 15,
1-10.
Lectura del santo evangelio según san Lc 15, 1-10
En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús los publicanos y
los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los escribas murmuraban entre
ellos: - «Ése acoge a los pecadores y come con ellos». Jesús les dijo
esta parábola: - «Si uno de ustedes tiene cien ovejas y se le pierde una,
¿no deja las noventa y nueve en el campo y va tras la descarriada hasta que la
encuentra? Y, cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento;
y, al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos para decirles: "¡Felicítenme!,
he encontrado la oveja que se me había perdido". Les digo que así
también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que
por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse. Y si una mujer
tiene diez monedas y se le pierde una, ¿no enciende una lámpara y barre la casa
y busca con cuidado, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, reúne a
las amigas y vecinas para decirles "¡Felicítenme!, he encontrado la
moneda que se me había perdido". Les digo que la misma alegría habrá
entre los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta». Palabra
del Señor.
Reflexión
Para Jesús es muy importante que la gente cambie. Quiere
meter en el corazón de todos algo que llevaba muy dentro. Los «perdidos» le
pertenecen a Dios. Él los busca apasionadamente y, cuando los recupera, su
alegría es incontenible. Todos tendríamos que alegrarnos con él. Nunca será
tarde para que Dios nos encuentre. Para él nunca estaremos, definitivamente,
perdidos.
En la parábola de hoy habla del «buen pastor» que ha
perdido una oveja. Aunque está perdida, aquella oveja es suya. Por eso, no duda
en salir a buscarla, abandonando en «el campo» al resto del rebaño. Cuando la
encuentra, su alegría es indescriptible. «La carga sobre los hombros», en un
gesto de ternura y cariño, y se la lleva a casa. Al llegar, invita a sus amigos
a compartir su alegría. Todos le entenderán: «He encontrado la oveja que se me
había perdido».
La parábola explica muy bien por qué Jesús busca el
encuentro con pecadores y prostitutas. Su actuación con las «ovejas perdidas»
de Israel hace pensar. Somos llamados a amar, no a juzgar ni mucho menos a
condenar. Si Jesús nos presenta a un Dios misericordioso y bueno, nuestra
misión será mostrarlo hoy vivo con nuestro testimonio de acogida y de compasión.
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