Una reflexión del Evangelio en perspectiva teológico-pastoral para animar desde la liturgia, la vida de fe en su compromiso personal y comunitario
jueves, 1 de agosto de 2019
ELEGIDOS O EXPULSADOS
“El Evangelio de Hoy”: Mt 13, 47-53
Lectura del santo evangelio según san Mateo
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: "El reino de
los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase
de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los
buenos en cestos y los malos los tiran. Lo mismo sucederá al final del tiempo:
saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno
encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. ¿Entienden bien todo
esto?" Ellos le contestaron: "Sí." Él les dijo: "Ya ven, un
escriba que entiende del reino de los cielos es como un padre de familia que va
sacando del arca lo nuevo y lo antiguo." Cuando Jesús acabó estas
parábolas, partió de allí. Palabra del Señor.
Reflexión
Jesús termina este discurso invitando a asumir la fe como un
itinerario que nos lleve a la realización total en Dios. La práctica religiosa
se delimita muy fácilmente de la práctica real de fe. La diferencia estará
siempre en el compromiso que asumamos para vivir lo que creemos y esperamos.
Parece que en las comunidades cristianas de San Mateo, como en las
nuestras, se notaba la diferencia entre quienes dicen Señor, Señor, pero no
mueven un dedo para dejarse guiar por ese Señor al que invocan de labios.
Entonces la urgencia hay que ponerla en la vivencia práctica de la palabra de
Dios, como decíamos hace unos días. ¿Cómo estamos nosotros
respondiendo a las enseñanzas de Jesús hoy?
El Reino de Dios es una oferta para todos. El mar es de todos, y desde éste, todos podemos ser atrapados o invitados a formar parte de la familia de Dios. La red llena representa a todo el pueblo de Dios. Evocando la imagen del juicio final, estar entre los peces elegidos o los expulsados, dependerá de la forma como hayamos vivido nuestro cristianismo, nuestro seguimiento de Jesús. De esta manera, cada cristiano es en el juicio su propio abogado y su propio juez, pues todo dependerá de pasar la película de nuestra vida delante de los ojos de Dios, y mostrar en ella su coherencia con el proyecto de Jesús. Pidamos la fuerza de Jesús para aprender a ser libres y al
mismo tiempo consagrados a la voluntad de Dios.
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