“EL EVANGELIO DE HOY” Jn 3,1-8
Lectura del
santo evangelio según san Juan:
Había un fariseo llamado
Nicodemo, jefe judío. Éste fue a ver a Jesús de noche y le dijo: "Rabí,
sabemos que has venido de parte de Dios, como maestro; porque nadie puede hacer
los signos que tú haces si Dios no está con él." Jesús le contestó:
"Te lo aseguro, el que no nazca de nuevo no puede ver el reino de
Dios." Nicodemo le pregunta: "¿Cómo puede nacer un hombre, siendo
viejo? ¿Acaso puede por segunda vez entrar en el vientre de su madre y
nacer?" Jesús le contestó: "Te lo aseguro, el que no nazca de agua y
de Espíritu no puede entrar en el reino de Dios. Lo que nace de la carne es
carne, lo que nace del Espíritu es espíritu. No te extrañes de que te haya
dicho: "Tienen que nacer de nuevo"; el viento sopla donde quiere y
oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que
ha nacido del Espíritu." Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Nicodemo
somos nosotros también que caminamos en las noches de nuestros problemas
personales, familiares y comunitarios, sin mucha determinación para avanzar
hacia la luz del día, liberados de las tinieblas. Ayer reflexionábamos sobre la fe como un proceso
que nos va llevando a tener un encuentro personal con Jesús resucitado para
poder afirmar de manera convencida la resurrección de Jesús que nos da nueva
vida. Jesús enciende una mecha que va quemando lentamente en la persona de Nicodemo hasta
resplandecer como luz, en el momento más inesperado. Después de la Crucifixión,
cuando todo parecía terminado, Nicodemo se fortalece a sí mismo, yendo al
jardín de la tumba portando mirra y aloes.
Como dice el papa Francisco: “Sólo el Espíritu Santo
nos da la fuerza para cambiar nuestras actitudes, para cambiar la historia de
nuestras vidas, para cambiar nuestras pertenencias”. Jesús nos invita, tanto a
Nicodemo como a nosotros a confiar en Dios, relajarnos y a darnos cuenta que
estamos sostenidos por él. Nuestro origen está en Dios, y es Dios el que nos
trae a la vida, y es respondiendo al llamado de Dios a la vida, que nosotros
vamos a nacer de nuevo. Jesús resucitado es nuestro amanecer definitivo, no
tenemos necesidad de escondernos en noches oscuras cuando ya la noche ha sido
vencida. Damos gracias a Dios por iluminar eternamente nuestra existencia y
pidámosle que nos guie con su luz.
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