EVANGELIO DEL DOMINGO
"Velen, porque no saben el momento". San Marcos, 51-62.

domingo, 8 de abril de 2018

AQUÍ ESTÁN MIS MANOS Y EL COSTADO


“El Evangelio de Hoy”: Jn 20, 19-31

Lectura del santo evangelio según san Juan:

Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: "Paz a ustedes." Y diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: "Paz a ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo." Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: “Reciban el Espíritu Santo; a quienes les perdonen los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengan, les quedan retenidos." Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: "Hemos visto al Señor." Pero él les contesto: "Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo." A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: "Paz a ustedes." Luego dijo a Tomás: "Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente." Contestó Tomás: "¡Señor mío y Dios mío!" Jesús le dijo: "¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto." Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Estos se han escrito para que crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengan vida en su nombre. Palabra del Señor.

Reflexión

La duda forma parte de nuestro diario vivir, Por eso, casi todos sintonizamos sin dificultad con la reacción de Tomás, cuando los otros discípulos le comunican que han tenido una experiencia sorprendente: “Hemos visto al Señor”. A lo que Tomás responde claramente que: “Si no lo veo…no lo creo”.

Su actitud es comprensible. Tomás no dice que sus compañeros están mintiendo o que están engañados. Solo afirma que su testimonio no le basta para adherirse a su fe. Él necesita vivir su propia experiencia. Y Jesús no se lo reprochará en ningún momento. Sus compañeros discípulos no parecen escandalizarse con la declaración de Tomás. Confesar la fe en Jesús Resucitado fue un proceso largo y progresivo.

Estamos invitados a  promover grupos de dialogo en nuestras comunidades dialogo para compartir las experiencias vividas frente a Jesús y su resurrección. Tomás expresa libremente su deseo de vivir su propio proceso de fe. Y Jesús satisface a Tomás mostrándole las manos, el costado y los pies, “signos” de su amor y entrega hasta la muerte. No nos engañemos, mostrando una fe superficial que se contenta con repetir formulas y afirmaciones. Buen domingo de la Divina Misericordia.

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