EVANGELIO DEL DOMINGO
"Velen, porque no saben el momento". San Marcos, 51-62.

miércoles, 28 de marzo de 2018

¿SOY YO ACASO, SEÑOR?


“El Evangelio de Hoy” Mt. 26, 14-25

Lectura del santo evangelio según san Mateo:

En aquel tiempo, uno de los doce, llamado Judas Iscariote, fue a los sumos sacerdotes y les propuso: ¿Qué están dispuestos a darme si se lo entrego? Ellos se ajustaron con él en treinta monedas. Y desde entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo.
El primer día de los ázimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron: ¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua? El contesto: vayan a casa de Fulano y díganle: "El Maestro dice: mi momento está cerca; deseo celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos". Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua. Al atardecer se puso a la mesa con los doce. Mientras comían, dijo: les aseguro que uno de ustedes me va a entregar.
Ellos consternados se pusieron a preguntarle uno tras otro: ¿Soy yo acaso, Señor? El respondió: El que ha mojado en la misma fuente que yo, ése me va a entregar. El Hijo el Hombre se va como está escrito de él; pero ¡ay del que va a entregar al Hijo del Hombre!, más le valdría no haber nacido. Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar: ¡Soy yo acaso, Maestro? El respondió: Así es. Palabra del Señor.

REFLEXIÓN

 Miércoles Santo: La Traición. Si el traicionero fuera uno solamente no fuera nada. Lo malo es que nosotros, cada quien en sus momentos traicionamos el amor que Jesús nos tiene. No es cuestión de entregar a alguien a la muerte sino de vivir de espalda a lo que Jesús nos ha enseñado como fundamental para la vida duradera: la verdad, la fraternidad y la justicia como elementos indispensables en la construcción del Reino de Dios. Cada vez que decidimos hablar mentira por cualquier tontería, en cada ocasión que anteponemos lo material a lo humano, todas las veces que somos indiferentes frente a quienes necesitan de nosotros, traicionamos a Jesús entregándolo a la pasión y a la muerte. Así que dejémonos de condenar a Judas y comencemos a tomar en serio el Evangelio para poder ser fieles a aquél que es capaz de lo que sea por salvarnos. Vivamos hoy la amistad con Jesús y la fraternidad entre hermanos y hermanas. 

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