EVANGELIO DEL DOMINGO
"Velen, porque no saben el momento". San Marcos, 51-62.

jueves, 29 de marzo de 2018

HAGAN ESTO EN CONMEMORACIÓN MÍA


“El Evangelio de Hoy” Jn 13,1-15

Lectura del santo evangelio según san Juan:

Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. Estaban cenando, ya el diablo le había metido en la cabeza a Judas Iscariote, el de Simón, que lo entregara, y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido. Llegó a Simón Pedro, y éste le dijo: "Señor, ¿lavarme los pies tú a mí?" Jesús le replicó: "Lo que yo hago tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde." Pedro le dijo: "No me lavarás los pies jamás." Jesús le contestó: "Si no te lavo, no tienes nada que ver conmigo." Simón Pedro le dijo: "Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza." Jesús le dijo: "Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. También ustedes no están limpios, aunque no todos." Porque sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: "No todos estáis limpios." 
Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo: "¿Comprenden lo que he hecho con ustedes? Ustedes me llaman "el Maestro" y "el Señor", y dicen bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies unos a otros; os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con ustedes, ustedes también lo hagan." Palabra del Señor.

REFLEXIÓN

Jesús pasó  la tarde del Jueves Santo, la última tarde de su vida, en Jerusalén en el círculo de sus discípulos, probablemente también en compañía de las mujeres que habían ascendido a la ciudad santa con él. Jesús y sus discípulos celebran la pascua judía. En esta celebración Jesús invita a sus discípulos a rememorar los acontecimientos compartidos hasta ese momento y a asumirlos como un programa de vida y salvación. De todas las palabras y los gestos compartidos esa tarde, los discípulos recuerdan y dan testimonio de la fracción del pan y de la copa de vino compartida. Nosotros hemos tomado esa parte y hemos creado la celebración de la Eucaristía. Así hemos interpretado su exhortación: “Hagan esto en conmemoración mía”, partir y compartir el pan, beber compartiendo la copa. Pero sabemos que lo que Jesús quiere que hagamos en su memoria va mucho más allá de celebrar la Eucaristía como un rito o un culto.

Jesús quiere que vivamos como él vivió, que amemos a los otros sin diferenciaciones como él lo hiso, que perdonemos sin condición alguna cómo él perdonó a los pecadores de su tiempo. Quiere que en memoria suya no mintamos, seamos fieles, y que, sobre todas las cosas, vivamos el mandamiento del amor en fraternidad. “Un mandamiento nuevo les doy, que se amen unos a otros como yo les he amado. Para todo esto, Jesús es nuestro alimento: “tomen, coman todos y todas de él, porque este es mi cuerpo que será entregado por ustedes. Tomen y beban todos de él porque este es el cáliz de mi sangre que será derramada por ustedes”. Su cuerpo y su sangre significan su vida integral. Su trato, su acogida, su cercanía, su capacidad para perdonar y abrir posibilidades a las personas que encuentra en su vida.

Nuestro sacerdocio ministerial ha de ser vivido en este contexto de servicio a los hermanos y hermanas como lo hizo Jesús y como lo simbolizó lavando los pies de sus amigos, él a quien ellos llamaban Maestro y Señor. El Evangelio de Hoy, La institución de la Eucaristía, del sacerdocio servicial y del amor a los demás que hoy celebramos, dan para hablar mucho más que lo que yo he comentado. Pero también sabemos que lo importante es tomar el ejemplo de Jesús y seguir profundizando nuestra respuesta a su llamado a dejarnos alimentar por él y todo lo que Él es y vive. Gracias Señor por hacernos participar en tu misión. Gracias por mostrarnos el camino de la verdadera realización enseñándonos a vivir sirviendo a la humanidad.

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