EVANGELIO DEL DOMINGO
"Velen, porque no saben el momento". San Marcos, 51-62.

martes, 13 de diciembre de 2016

PRÁCTICAS Y PRÉDICAS

“El Evangelio de Hoy”: Mt 21,28-32

Lectura del santo evangelio según san Mateo

En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: "¿Qué les parece? Un hombre tenía dos hijos. Se acercó al primero y le dijo: "Hijo, ve hoy a trabajar en la viña." Él le contestó: "No quiero." Pero después recapacitó y fue. Se acercó al segundo y le dijo lo mismo. Él le contestó: "Voy, señor." Pero no fue. ¿Quién de los dos hizo lo que quería el padre?" Contestaron: "El primero."       
Jesús les dijo: "Les aseguro que los publicanos y las prostitutas les llevan la delantera en el camino del reino de Dios. Porque vino Juan a ustedes enseñándoles el camino de la justicia, y no le creyeron; en cambio, los publicanos y prostitutas le creyeron. Y, aun después de ver esto, ustedes no recapacitaron ni le creyeron."
 Palabra del Señor.

REFLEXIÓN

Esta parábola es simple y cuestionadora. No ofrece razones que expliquen los comportamientos, solo los describe. Jesús nos muestra el camino para aceptar la voluntad de Dios en nuestras vidas. El seguimiento de Jesús se juega en la práctica, ella decide el destino ante Dios. El hacer prima sobre el decir. La pregunta de Jesús es clara y exige de nosotros un discernimiento: ¿Cuál de los dos hizo la voluntad del Padre? No basta con responder que el primero. Tenemos que sentirnos interpelados: ¿Con cuál de los dos nos sentimos nosotros identificados?

Estamos habituados a los discursos bonitos aunque sean poco significativos o contengan muy poca sustancia. Son los actos quienes juzgan seriamente nuestras intenciones. Son las acciones quienes dan peso a las palabras. Una persona creíble es aquella capaz de vivir su palabra. Si nuestras palabras no concuerdan con nuestras prácticas tendríamos que dejar de hablar.

Lo grande del primero de los hijos es haber recapacitado y cambiar de actitud. A eso estamos llamados, a la conversión, al cambio, a la reflexión que nos haga tomar conciencia y finalmente vivir coherentemente nuestra fe. Esto es lo que nos hace nacer de nuevo. Las palabras se pueden borrar con los actos. Dijo no quiero ir, pero lo que queda es el hecho de que final y humildemente fue.

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