EVANGELIO DEL DOMINGO
"Velen, porque no saben el momento". San Marcos, 51-62.

miércoles, 14 de diciembre de 2016

¿ERES TÚ EL MESÍAS?

 “El Evangelio de Hoy”: Lc 7,19-23

Lectura del santo evangelio según san Lucas:

En aquel tiempo, Juan envió a dos de sus discípulos a preguntar al Señor: "¿Eres tú el que ha de venir, o tenemos que esperar a otro?" Los hombres se presentaron a Jesús y le dijeron: "Juan, el Bautista nos ha mandado a preguntarte: "¿Eres tú el que ha de venir, o tenemos que esperar a otro?"
Y en aquella ocasión Jesús curó a muchos de enfermedades, achaques y malos espíritus, y a muchos ciegos les otorgó la vista. Después contestó a los enviados: "Vayan a anunciar a Juan lo que han visto y oído: los ciegos ven, los inválidos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia el Evangelio. Y dichoso el que no se escandalice de mí." Palabra del Señor.

REFLEXIÓN

Las personalidades de Juan Bautista y Jesús anuncian la necesidad de conversión para acoger la presencia de Dios en el mundo de maneras muy diferentes. Juan Anuncia la llegada de un juez terrible que cortará, con el hacha afilada, a todo aquel que no se convierte. Jesús anuncia a un Dios Padre de ternura y amor que viene a liberar a su pueblo de todo aquello que le quita vida y calidad humana.  Por eso, cuando Juan tiene noticia de la actividad de Jesús en Galilea, le entran dudas de si él es o no es el Mesías anunciado. Juan anuncia y espera un Salvador fuerte que imponga la voluntad de Dios, pero la vida de Jesús es la de un hombre cercano a los necesitados. Un hombre entregado totalmente a aliviar a hombres y mujeres de todo lo que bloquea el crecimiento de la vida e impide a la humanidad vivir con esperanza. Un hombre que sabe liberar con su acogida, su cercanía, su palabra, su fe en el Padre, su búsqueda apasionada de fraternidad.

En nuestra época existen muchísimas personas carentes de afecto, cargadas de soledad,  sufriendo crisis de sentido de la vida, con vacío interior, la desafección y la desesperanza las experimentan no pocos. El afecto a cada persona, la cercanía amistosa, el respeto y la escucha a cada ser humano, la acogida y comprensión de cada vida, no pueden ser garantizados si no surgen del corazón de hombres y mujeres animados por el Espíritu de Jesús.

Jesús nos muestra que Dios no es carga, sino mano tendida. No es represión sino expansión de nuestra verdadera libertad. Dios es ayuda, alivio, fuerza interior, luz, perdón sin límite, comprensión en la debilidad, consuelo en la mediocridad, esperanza en la oscuridad, amistad en la soledad. Somos llamados a proyectar ese Dios en nuestro trato. Ya bien entrado este Adviento, apuremos la práctica de la esperanza activa y comprometida. Verdaderamente Jesús es el Hijo de Dios, quien nos lo muestra y revela en toda su dimensión amorosa y encarna el rostro misericordioso de Dios.

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