“El Evangelio de Hoy”: Jn 17, 1-11ª
Lectura del santo evangelio según
san Juan:
En aquel tiempo, Jesús, levantando
los ojos al cielo, dijo: "Padre, ha llegado la hora, glorifica a tu Hijo,
para que tu Hijo te glorifique y, por el poder que tú le has dado sobre toda
carne, dé la vida eterna a los que le confiaste. Ésta es la vida eterna: que te
conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo. Yo te he
glorificado sobre la tierra, he coronado la obra que me encomendaste. Y ahora,
Padre, glorifícame cerca de ti, con la gloria que yo tenía cerca de ti, antes
que el mundo existiese.
He manifestado tu nombre a los
hombres que me diste de en medio del mundo. Tuyos eran, y tú me los diste, y
ellos han guardado tu palabra. Ahora han conocido que todo lo que me diste
procede de ti, porque yo les he comunicado las palabras que tú me diste, y
ellos las han recibido, y han conocido verdaderamente que yo salí de ti, y han
creído que tú me has enviado. Te ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino
por éstos que tú me diste, y son tuyos. Sí, todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío;
y en ellos he sido glorificado. Ya no voy a estar en el mundo, pero ellos están
en el mundo, mientras yo voy a ti."
Palabra del Señor.
Reflexión
La misión de Jesús ha
sido de revelarnos el rostro amoroso y
misericordioso de Dios a quien llama Padre. El evangelista San Juan nos habla de cómo Jesús realiza su misión y
cada una de las actividades a través de las cuales Jesús va evangelizando.
Ahora es el turno de la comunidad cristiana, de los discípulos y
discípulas de Jesús de continuar
su misión en el mundo. Para poder desarrollar su misión, que es la misión de
Jesús, sus discípulos, la comunidad cristiana deberá tener muy en cuenta el
modo de vida, el estilo, la práctica de
Jesús. Es por eso que Juan nos presenta
a Jesús en esta meditación que integra todo el capítulo 17 de su
evangelio, medita sobre su persona y su actividad evangelizadora y sugiere que
así debe ser nuestra vida y práctica eclesial.
La unidad de los
creyentes debe ser un punto central, las relaciones humanas entre los seguidores de Jesús
hablarán de la calidad del seguimiento. El ejemplo a seguir es el de la
relación existente entre Jesús y el Padre. Jesús tiene conciencia de enviado y
por ello está en constante vinculación, oración y discernimiento de la voluntad
de Dios, Su Padre. De este vínculo estrecho entre Jesús y Dios
Padre participan también los creyentes, quienes son llamados a participar de la
misma gloria ofrecida por el Padre. No olvidemos que, como decía San Ireneo,
“…la gloria de Dios es la vida de las personas y la gloria de las personas es
la vida en Dios…” Jesús ha glorificado a Dios aportando vida a la gente,
sanando, perdonando, animando… ofreciendo una esperanza poblada de signos de
vida y de trascendencia…
En su meditación oración Jesús ruega a quien
lo envió para que la relación de los “suyos” con el proyecto de Dios sea real,
fiel y radical, ya que esa es la única manera de vivir la plenitud de la
salvación. Sólo quien cree en la fuerza transformadora del amor es capaz de
percibir la presencia de Dios en su existencia, tal como lo experimentó Jesús
en medio de la humanidad. Nosotros que con tanta facilidad perdemos la
esperanza, en medio de los sufrimientos y momentos difíciles, recordemos que es
el amor de Dios el que nos garantiza
vida eterna. Sigamos confiando y trabajando por una sociedad más humana donde
se evidencien los valores y los signos de la presencia de Dios acompañando y salvando
a su pueblo… Esa es su gloria, salvar, darnos vida.
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