Una reflexión del Evangelio en perspectiva teológico-pastoral para animar desde la liturgia, la vida de fe en su compromiso personal y comunitario
sábado, 14 de marzo de 2015
QUE LA CONFIANZA SEA PUESTA EN DIOS
“El Evangelio de Hoy”: Lc 18, 9-14
Lectura del santo evangelio según san Lucas:
En aquel tiempo, a algunos que, teniéndose por justos, se sentían seguros de sí
mismos y despreciaban a los demás, dijo Jesús esta parábola: "Dos hombres
subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, un publicano. El fariseo,
erguido, oraba así en su interior: "¡Oh Dios!, te doy gracias, porque no
soy como los demás: ladrones, injustos, adúlteros; ni como ese publicano. Ayuno
dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo." El publicano,
en cambio, se quedó atrás y no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo; sólo
se golpeaba el pecho, diciendo: "¡Oh Dios!, ten compasión de este
pecador." Les digo que éste bajó a su casa justificado, y aquél no. Porque
todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será
enaltecido."Palabra del Señor.
Reflexión
La condición
de creyente no debe llevarnos a la soberbia, al orgullo o al desprecio de
nadie, todo lo contrario, si nos sabemos beneficiados de la gracia de Dios
tenderemos a poner estos dones al servicio de nuestros semejantes. Será un
error sentirnos justificados o salvados a causa de nuestras prácticas
religiosas, por el cumplimiento formal de las exigencias de nuestras religiones
e Iglesias. Eso es fariseísmo y su característica más conocida es la de hablar
de una manera y actuar de otra.
Esta
característica está presente en la mayoría de nosotros los cristianos. Lo que
Dios quiere y nos pide es una actitud humilde y servidora, que no tema
reconocerse pecadora y que viva como una gracia el amor y el perdón de Dios. El
desprecio de los otros nos aleja de Dios. No hay propietarios privados de la
verdad ni de la moral. Vivamos nuestra fe cristiana con modestia, aprendamos de
las otras personas y comprometámonos con los más necesitados. Buen fin de
semana enraizados en la palabra de Dios.
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