EVANGELIO DEL DOMINGO
"Velen, porque no saben el momento". San Marcos, 51-62.

viernes, 3 de octubre de 2014

"REVELASTE ESAS COSAS A LA GENTE SENCILLA"

"El Evangelio de hoy":  Lc 10,17,24

Lectura del santo evangelio según san Lucas
En aquel tiempo, los setenta y dos volvieron muy contentos y dijeron a Jesús: «Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre.» 
Él les contestó: «Veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Mirad: os he dado potestad para pisotear serpientes y escorpiones y todo el ejército del enemigo. Y no os hará daño alguno. Sin embargo, no estén alegres porque se les someten los espíritus; esten alegres porque sus nombres están inscritos en el cielo.»
En aquel momento, lleno de la alegría del Espíritu Santo, exclamó: «Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, porque así te ha parecido bien. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo, sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiere revelar.» 
Y volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte: «¡Dichosos los ojos que ven lo que vosotros veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que veis vosotros, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron.»
Palabra de Dios

Reflexión
Los discípulos volvieron muy contentos de su experiencia evangelizadora. Los signos de vida que les acompañaron entusiasman a cualquiera. Si todas las misiones a las que vamos tuvieran el éxito que deseamos, quizás haríamos más esfuerzos para seguir anunciando el Evangelio, para sentirnos más contentos y agradecidos de lo que el Señor hace por su pueblo. Jesús les escucha y ratifica la presencia del Reino de Dios, allí donde el mal es aniquilado con la fuerza del bien, del servicio. 
Pero Jesús da un paso más. Conoce a sus seguidores y sabe las trampas en las que pueden caer. Muchos sirviendo a los demás terminan siendo protagonistas, podemos volver hacia nosotros los signos que indican hacia Dios y su justicia. Los que somos llamados a ser para los demás podemos desorientarnos y hacer que los demás estén para servirnos, para halagarnos y admirarnos. Ya sabemos el peligro de una religión deslumbrante basada en signos extraordinarios.
Invita a estar alegres, por un motivo más fundamental. Invita a sentir y compartir con más profundidad lo que está en el centro de la cuestión, lo que provoca una alegría que no depende de los éxitos personales y de los aplausos. De la alegría del Espíritu Santo, brota una acción de gracias al Padre, porque ha revelado esas cosas a la gente sencilla. Esas multitudes desamparadas, muchas veces manipuladas, que no cuentan y que, sin embargo, manifiestan la apertura a la novedad que trae Jesús. Esa gente sencilla que se va reconociendo en ese Padre compasivo y misericordioso.
En este Evangelio, en el día que celebramos la fiesta Francisco, un enamorado de la vida sencilla, del Jesús sin añadiduras, que salió a las ciudades y quiso andar y vestir como la gente sencilla de su tiempo, vuelven palabras claves de ayer, hoy siempre: alegría, confianza, agradecimiento, dicha. Todo esto, marcado por la realidad nueva que marca la vida del discipulado, que siguiendo a Jesús conoce al Padre y se deja mover por el Espíritu.

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