“El Evangelio de Hoy”: Lucas 10,13-16
Lectura
del santo evangelio según san Lucas:
En aquel tiempo, dijo Jesús: "¡Ay de ti, Corozaín;
ay de ti, Betsaida! Si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que en
ustedes, hace tiempo que se habrían convertido, vestidas de sayal y sentadas en
la ceniza. Por eso el juicio les será más llevadero a Tiro y a Sidón que a ustedes.
Y tú, Cafarnaún, ¿piensas escalar el cielo? Bajarás al infierno. Quien a ustedes
los escucha a mí me escucha; quien a ustedes los rechaza a mí me rechaza; y
quien me rechaza a mí rechaza al que me ha enviado." Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
El evangelio de hoy nos pone a pensar en el grado de
atención que le dispensamos a la palabra de Dios. Somos privilegiados al tener
estas herramientas cristianas para vivir esta vida como un camino de salvación.
Todo el testimonio, todas las señales que hayamos podido ver, escuchar, leer y
conocer en la vida son para ayudarnos a centrarnos en lo esencial, el amor, la fraternidad,
la justicia, como práctica de fe y servicio a los hermanos. Al leer este evangelio podríamos concluir que
las ciudades de Corozaín, Betsaida y Cafarnaún desoyeron y despreciaron a Jesús
y sus discípulos. No hicieron caso a nadie ni de nada. Las quejas de Jesús son
un reproche a la actitud arrogante y soberbia con que respondieron los
habitantes de aquellas ciudades a la misión y a los milagros realizados. En
cambio, Tiro y Sidón, ciudades no pertenecientes al país de Jesús, se ponen
como ejemplos de acogida, conversión y humildad. Quienes escuchan a los
discípulos escuchan a Jesús, mientras quienes les desprecian, desprecian a
Jesús y también al Padre que le envió. El texto bíblico insiste en la
centralidad de la escucha de la Palabra de Dios como clave segura de acceso
para ver y propagar el Reino de Dios. ¿Cuál es nuestra capacidad como sociedad y como comunidades creyentes de
hoy, para escuchar la Palabra de Dios y vivirla, aceptarla y cambiar de vida?
Hoy sabemos lo que hace daño a la vida, hemos acumulado una gran riqueza de
conocimientos, de experiencias, de ciencia y de tecnología. ¿Para qué nos sirve
todo esto sino respondemos al llamado de Jesús? Danos Señor tu Espíritu de
vida, enséñanos a amar. Ayúdanos a escuchar tu llamado a reparar lo dañado como
San Francisco de Asís. Amén.
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