“El Evangelio de Hoy”: Lucas 12,8-12
Lectura del santo evangelio según
san Lucas:
En
aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Si uno se pone de mi parte ante
los hombres, también el Hijo del hombre se pondrá de su parte ante los ángeles
de Dios. Y si uno me reniega ante los hombres, lo renegarán a él ante los
ángeles de Dios. Al que hable contra el Hijo del hombre se le podrá perdonar,
pero al que blasfeme contra el Espíritu Santo no se le perdonará. Cuando les
conduzcan a la sinagoga, ante los magistrados y las autoridades, no se preocupen
de lo que van a decir, o de cómo se van a defender. Porque el Espíritu Santo les
enseñará en aquel momento lo que tienen que decir." Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
El
Evangelio de Hoy nos plantea las dificultades con las que se puede encontrar
quien sigue a Jesús de manera sincera. Jesús no anda escondiendo esta realidad
para atraer seguidores. Su propia historia lo dice todo claro. Vivir la misión
cristiana implica ser rechazados por quienes siguen intereses opuestos a la
vida, a la fraternidad y al don de sí. El Seguimiento de Jesús es radical y
demanda confianza en Dios y en su promesa de vida plena. Así testimoniaron esta
opción las primeras comunidades cristianas. Fue este testimonio vivido en
fraternidad lo que le valió confianza y atrajo a muchos otros al camino de Jesús. “Miren como se aman”, decían de las
comunidades. Jesús concede un papel muy
grande al Espíritu Santo, como el defensor por excelencia en los momentos en
que las autoridades pidan cuentas. Ante el poder de las sinagogas y de los
tribunales, no proceden los recursos y méritos propios, sino que el Espíritu
Santo nos reconforta y nos inspira para saber encontrar las mejores y apropiadas
palabras. Hemos experimentado esto muchas veces, cuando nos hemos encontrado en
apuros y en peligros. La acción del Espíritu nos sorprende a cada momento, y su
poder nos relanza más allá de lo que nuestras fuerzas humanas nos permiten.
Cuando se trata de situaciones vergonzosas creadas por nosotros como iglesia, también
debemos confiar en que el Espíritu nos inspirará las palabras y los gestos
necesarios para poder convertirnos, cambiar, pedir perdón y seguir adelante obedeciendo
sus orientaciones. Fe, humildad, confianza, no estamos solos.
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