Lectura del santo
evangelio según san Juan:
Cuando salió Judas del cenáculo, dijo Jesús: "Ahora es
glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es
glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo
glorificará.
Hijos míos, me queda poco de estar con ustedes.
Les doy un mandamiento nuevo: que se amen unos a otros; como
yo les he amado, ámense también entre ustedes. La señal por la que conocerán
todos que son discípulos míos será que se aman unos a otros." Palabra
del Señor.
Reflexión
invitada: AMISTAD DENTRO DE LA IGLESIA
José Antonio Pagola.
José Antonio Pagola.
Es la
víspera de su ejecución. Jesús está celebrando la última cena con los suyos.
Acaba de lavar los pies a sus discípulos. Judas ha tomado ya su trágica
decisión, y después de tomar el último bocado de manos de Jesús, se ha marchado
a hacer su trabajo. Jesús dice en voz alta lo que todos están sintiendo: “Hijos
míos, me queda ya poco de estar con vosotros”.
Les
habla con ternura. Quiere que queden grabados en su corazón sus últimos gestos
y palabras: “Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; como yo
os he amado, amaos también entre vosotros. La señal por la que os conocerán
todos que sois mis discípulos será que os amáis unos a otros”. Este es el
testamento de Jesús.
Jesús
habla de un “mandamiento nuevo”. ¿Dónde está la novedad? La consigna de
amar al prójimo está ya presente en la tradición bíblica. También filósofos
diversos hablan de filantropía y de amor a todo ser humano. La novedad está en
la forma de amar propia de Jesús: “amaos como yo os he amado”. Así se
irá difundiendo a través de sus seguidores su estilo de amar.
Lo
primero que los discípulos han experimentado es que Jesús los ha amado como a
amigos: “No os llamo siervos… a vosotros os he llamado amigos”. En la
Iglesia nos hemos de querer sencillamente como amigos y amigas. Y entre amigos
se cuida la igualdad, la cercanía y el apoyo mutuo. Nadie está por encima de
nadie. Ningún amigo es señor de sus amigos.
Por
eso, Jesús corta de raíz las ambiciones de sus discípulos cuando los ve
discutiendo por ser los primeros. La búsqueda de protagonismos interesados
rompe la amistad y la comunión. Jesús les recuerda su estilo: “no he venido a
ser servido sino a servir”. Entre amigos nadie se ha de imponer. Todos han de
estar dispuestos a servir y colaborar.
Esta
amistad vivida por los seguidores de Jesús no genera una comunidad cerrada. Al
contrario, el clima cordial y amable que se vive entre ellos los dispone a
acoger a quienes necesitan acogida y amistad. Jesús les ha enseñado a comer con
pecadores y gentes excluidas y despreciadas. Les ha reñido por apartar a los
niños. En la comunidad de Jesús no estorban los pequeños sino los grandes.
Un
día, el mismo Jesús que señaló a Pedro como “Roca” para construir su Iglesia,
llamó a los Doce, puso a un niño en medio de ellos, lo estrechó entre sus
brazos y les dijo: “El que acoge a un niño como este en mi nombre, me acoge a
mí”. En la Iglesia querida por Jesús, los más pequeños, frágiles y vulnerables
han de estar en el centro de la atención y los cuidados de todos.
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