Lectura
del santo evangelio según san Mateo:
En aquel tiempo, se acercaron los
discípulos de Juan a Jesús, preguntándole: "¿Por qué nosotros y los
fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus discípulos no ayunan?" Jesús
les dijo: "¿Es que pueden guardar luto los invitados a la boda, mientras
el novio está con ellos? Llegará un día en que se lleven al novio, y entonces
ayunarán."
Palabra del Señor.
Reflexión
Durante la Cuaresma escucharemos
muchas veces al evangelio traernos el
tema del ayuno y de otros signos penitenciales
del Antiguo Testamento. Nosotros no tenemos que centrarnos mucho en el tema del
ayuno sino en el amor. Ya Jesús ha asumido por nosotros, por amor, todo el
sacrificio necesario y la penitencia necesaria. Siguiéndolo a él, nos
dedicaremos a vivir la solidaridad, el compartir, el servicio a los
necesitados, el cuidado de la vida y sus detalles cotidianos. Ese es el ayuno
que Dios quiere. Si Jesús está con nosotros, él se encarga de perdonarnos y nos
enseña a perdonar. Cuando nos divorciamos de Jesús y su manera de ser y de
actuar, entonces necesitamos hacer de nuevo el espacio en nuestra vida para que
él venga y habite. Ese es el sentido del ayuno, tener un espacio en nuestro
interior reservado a Jesús. Eso nos garantizará una vida sensible al hambre de
quienes nos rodean y el compartir necesario a partir de nuestro amor a Dios y
al prójimo. Nonos olvidemos que Jesús nos invita a vivir llenos de alegría.
Aprovechemos nuestro tiempo para promover la alegría de vivir y alegremos la
vida de quienes conviven con nosotros. “…Yo estaré siempre con ustedes”… Mt 28,
20.
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