Una reflexión del Evangelio en perspectiva teológico-pastoral para animar desde la liturgia, la vida de fe en su compromiso personal y comunitario
lunes, 3 de diciembre de 2012
RECONOCER A JESÚS
“El Evangelio de Hoy”: Mateo 8,5-11
Lectura del santo evangelio según san Mateo:
En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó rogándole: "Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho." Jesús le contestó: "Voy yo a curarlo." Pero el centurión le replicó: "Señor, no soy quien para que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; y le digo a uno: "Ve", y va; al otro: "Ven", y viene; a mi criado: "Haz esto", y lo hace." Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían: "Les aseguro que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Les digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos." Palabra del Señor.
Reflexión
Ayer iniciamos un nuevo Año Litúrgico, con el Adviento. Recordemos que durante el Año Litúrgico leemos los acontecimientos y enseñanzas más importantes de la vida y la misión de Jesús. Tres ciclos, el A, El B y el C para la liturgia dominical con uno de los evangelios sinópticos en cada ciclo. Este año nos toca el ciclo C y estaremos leyendo el evangelio de san Lucas, llamado también el evangelio de la alegría. En la liturgia diaria la liturgia se organiza como año par o impar. El 2025 lógicamente es impar. Las lecturas que leemos los domingos se repiten cada tres años, por ciclos; la que leemos diariamente se repiten cada dos años. Así vamos escuchando y reescuchando la palabra de Dios.
En el Evangelio de Hoy, Jesús anuncia el evangelio al pueblo de Israel, pero éste no acepta la propuesta salvífica de Dios. Su apego a la ley, al templo, a las tradiciones y a las instituciones le impide ver la novedad de la Buena Noticia. Los paganos, por el contrario, se van abriendo a la novedad del Reino. Ellos, los impuros y herejes, escuchan el mensaje y lo asumen como proyecto de vida. Éste es el sentido del episodio que hoy nos presenta el evangelista Mateo. Es un episodio que quiere llamar a la atención a los miembros del pueblo elegido y acompañado por Dios. Un centurión romano -militar, invasor, impuro, pecador- descubre la autoridad de Jesús sobre los males y dolencias que aquejan al pueblo. Por eso le pide que sane a su criado, porque tiene autoridad sobre la enfermedad y la muerte, que marginan y aniquilan a la persona humana. Jesús alaba abiertamente la fe del pagano, en contraste con la falta de fe de sus paisanos judíos. ¡Qué difícil es ver más allá de las estructuras de la legalidad y la tradición!
En este año de la oración que vivimos como Iglesia no olvidemos que no podemos confundir la fe con las tradiciones y costumbres religiosas. Las prácticas como expresión de la fe es organizada por la Iglesia pero tenemos que continuar escuchando a Jesús en nuestros corazones y aceptando su palabra. La fe, en este caso, es la capacidad de poder ver la profundidad de la persona de Jesús y aferrarse a él como fuente de vida y esperanza. Abramos el corazón y la mente para reconocer a Jesús en medio de nuestro pueblo Y demos pasos hacia el año juvilar que la Iglesia nos prepara para el 2025.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario