“El
Evangelio de Hoy”: Mateo 8,5-11
Lectura del santo evangelio según san
Mateo:
En aquel tiempo, al entrar Jesús en
Cafarnaún, un centurión se le acercó rogándole: "Señor, tengo en casa un
criado que está en cama paralítico y sufre mucho." Jesús le contestó:
"Voy yo a curarlo." Pero el centurión le replicó: "Señor, no soy
quien para que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra, y mi criado
quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis
órdenes; y le digo a uno: "Ve", y va; al otro: "Ven", y
viene; a mi criado: "Haz esto", y lo hace."
Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a
los que le seguían: "Les aseguro que en Israel no he encontrado en nadie
tanta fe. Les digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con
Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos." Palabra del Señor.
Reflexión
Ayer iniciamos un nuevo Año Litúrgico, con
el Adviento. Recordemos que durante el Año Litúrgico leemos
en Los acontecimientos y enseñanzas más importantes de la vida y la misión de
Jesús. Tres ciclos, el A, El B y el C para la liturgia dominical con uno de los
evangelios sinópticos en cada ciclo. Este año nos toca el ciclo C y estaremos
leyendo el evangelio de san Lucas, llamado también el evangelio de la alegría.
En la liturgia diaria la liturgia se organiza como año par o impar. El 2013
lógicamente es impar. Las lecturas que leemos los domingos se repiten cada tres años, por ciclos; la que leemos
diariamente se repiten cada dos años. Así vamos escuchando y re escuchando la
palabra de Dios.
En el Evangelio de Hoy, Jesús anuncia el
evangelio al pueblo de Israel, pero éste no acepta la propuesta salvífica de
Dios. Su apego a la ley, al templo, a las tradiciones y a las instituciones le
impide ver la novedad de la Buena Nueva. Los paganos, por el contrario, se van
abriendo a la novedad del Reino. Ellos, los impuros y herejes, escuchan el
mensaje y lo asumen como proyecto de vida. Éste es el sentido del episodio que
hoy nos presenta el evangelista Mateo.
Es un episodio que quiere llamar a la
atención a los miembros del pueblo elegido y acompañado por Dios. Un centurión
romano -militar, invasor, impuro, pecador- descubre la autoridad de Jesús sobre
los males y dolencias que aquejan al pueblo. Por eso le pide a Jesús que sane a
su criado, porque tiene autoridad sobre la enfermedad y la muerte, que marginan
y aniquilan a la persona humana. Jesús alaba abiertamente la fe del pagano, en
contraste con la falta de fe de sus paisanos judíos. ¡Qué difícil es ver más
allá de las estructuras de la legalidad y la tradición!
En este año de la fe que vivimos como
Iglesia no olvidemos que no podemos confundir la fe con las tradiciones y
costumbres religiosas. Las prácticas como expresión de la fe es organizada por
la Iglesia pero tenemos que continuar escuchando a Jesús en nuestros corazones
y aceptando su palabra. La fe, en este caso, es la capacidad de poder ver la
profundidad de la persona de Jesús y aferrarse a él como fuente de vida y esperanza.
Abramos el corazón y la mente para
reconocer a Jesús en medio de nuestro pueblo.
Y demos pasos hacia adelante.
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