Lectura del santo evangelio según san
Mateo:
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus
discípulos: "¿Qué les parece? Supongan que un hombre tiene cien ovejas: si
una se le pierde, ¿no deja las noventa y nueve en el monte y va en busca de la
perdida? Y si la encuentra, les aseguro que se alegra más por ella que por las
noventa y nueve que no se habían extraviado. Lo mismo u Padre del cielo: no
quiere que se pierda ni uno de estos pequeños." Palabra del Señor.
Reflexión
Es muy importante
remarcar el amor práctico de Dios a favor de su Creación. Hay algunos hermanos
y algunas hermanas que se molestan cuando uno insiste mucho en este tema de
amor misericordioso del corazón de Dios. Pero leyendo los evangelios no podemos
hacer lo contrario. ¿Qué significa perderse, en el lenguaje evangélico? Me parece
que significa ignorar este amor de Dios para con nosotros. Cuando actuamos de
manera egoísta y damos la espalda a los demás es porque ignoramos que Dios
nunca nos pone de lado, Él siempre nos tiene presente y anhela que asumamos de
manera responsable toda nuestra humanidad y la de los que nos rodean.
Fijémonos en la primera
lectura de hoy (Isaías 40,1-11). El profeta Isaías anuncia otra actitud de Dios
para con su pueblo: el consuelo. Consolar es trasmitir valor, fuerza,
fortaleza. En los momentos de tristeza y adversidad se necesita consuelo,
ánimo, esperanza, sostén. Es lo que hace el pastor con la oveja extraviada. Se
asegura de que las demás queden bien cuidadas y protegidas y se va en busca de
la perdida. Ése es el modo de proceder de Dios, revelado en Jesucristo. Es un
Dios preocupado por todos los seres humanos. Un Dios que está pendiente de
todos; que sale al encuentro de todos. Es tarea de la Iglesia, como continuadora
de la misión de Jesús. Salir al encuentro de las personas que cataloga de perdidas. No condenarlas a la
exclusión o dejarlas abandonadas a su suerte.
El tiempo de Adviento
es ideal para retomar la honestidad, la justicia, caridad, la solidaridad y la
compasión como actitudes evangélicas necesarias en nuestro mundo. Hoy muchas
comunidades cristianas han organizado de una manera eficaz el “ministerio de la
consolación” mediante procesos de acompañamiento a personas que se sienten
víctimas de problemas de toda índole, a otras que se sienten solas y las que se
sienten “perdidas”. Nunca olvidemos que
Para Dios nadie está perdido. Dios está y estará siempre con sus hijos. No
esperemos a que nos manden o a que otros lo hagan primero, vayamos desde ya a
vivir nuestra misión de buscar al otro como signo del amor que Dios nos tiene,
en el que nosotros creemos y esperamos.
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