EVANGELIO DEL DOMINGO
"Velen, porque no saben el momento". San Marcos, 51-62.

jueves, 12 de julio de 2012

ENVIADOS POR JESÚS

“El Evangelio de Hoy”: Mateo 10, 7-15 Lectura del santo evangelio según san Mateo: En aquel tiempo dijo Jesús a sus apóstoles: "vayan y proclamen que el Reino de los cielos está cerca; curen enfermos, resuciten muertos, limpien leprosos, echen demonios. Lo que han recibido gratis, denlo gratis.No lleven en la faja oro, plata ni calderilla; ni tampoco alforja para el camino, ni otra túnica, ni sandalias, ni bastón; bien merece el obrero su sustento. Cuando entren en un pueblo o aldea, averigüen quién hay allí de confianza y quédense en su casa hasta que se vayan. Al entrar en una casa saluden; si la casa se lo merece, la paz que le desean vendrá a ella. Si no se lo merece, la paz volverá a ustedes. Si alguno no les recibe o no les escucha, al salir de su casa o del pueblo, sacúdanse el polvo de los pies. Les aseguro que el día del juicio les será más llevadero a Sodoma y Gomorra que a aquel pueblo. Palabra del señor. Continuamos leyendo en el Evangelio de Mateo, el texto del envío en misión que Jesús hace a sus discípulos y las condiciones en que los envía. La misión de los enviados o apóstoles se caracteriza, como la de Jesús, por la urgencia y la gratuidad. Pero la gratuidad no significa que de esa misión no se pueda razonablemente esperar algunos frutos. Si bien los beneficiarios de la misión no tienen que pagar por la acción de los misioneros, sí se espera que apoyen esta obra para que otras personas puedan recibir el mismo beneficio. Lo que se espera es la conversión y esta conversión produce hermanos y hermanas comprometidos los unos con y por los otros. La tarea de los discípulos de Jesús enviados en misión no es exclusiva de ellos, su labor es multiplicadora. El objetivo no es que ellos hagan todo, sino que motiven a otras personas a vincularse a esa misma tarea. La tarea se concentra en el anuncio de la inminente presencia de Dios y en la labor terapéutica que mejora la situación real de la gente. Ellos anuncian la esperanza y sanan las heridas causadas por la exclusión social y un sistema religioso muy rígido, en el que no hay espacio para la misericordia y el perdón. El anuncio del Reino de Dios es el anuncio de un estado favorable a la vida en el que se vive la justicia, el derecho y la fraternidad como valores fundamentales y espontáneos que alegran e impulsan hacia adelante con esperanza. Lo necesario para la misión que Jesús nos encomienda es la voluntad de participar en su proyecto humanizador de salvación. Contar con la sensibilidad necesaria para dejarse interpelar por la realidad de los hermanos y hermanas y estar dispuestos a compartir su suerte para juntos transformarla de acuerdo con el Evangelio. Somos invitados a compartir la misión de Jesús, de la manera que él la vivió. Este sentido de la urgencia y de la gratuidad que caracterizó la misión cristiana hace dos milenios no debería ser ajena de nuestras preocupaciones actuales. No somos enviados a juzgar a la gente sino a ofrecerles la alternativa cristiana de vida. A proponerle una existencia vivida en paz e igualdad. No olvidemos que hoy somos nosotros los enviados a continuar esta misión de Jesús. El mundo está más falto que nunca de mujeres y hombres que anuncien la presencia de Dios salvando a su pueblo.

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