EVANGELIO DEL DOMINGO
"Velen, porque no saben el momento". San Marcos, 51-62.

miércoles, 20 de junio de 2012

VIVIR LA FE DE OTRA MANERA

“El Evangelio de Hoy”: Mateo 6, 1-6. 16-18

Lectura del santo evangelio según san Mateo:

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: "Cuiden de no practicar su justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario, no tendrán recompensa de su Padre celestial. Por tanto, cuando hagas limosna, no vayan tocando la trompeta por delante, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; les aseguro que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo pagará.

Cuando recen, no sean como los hipócritas, a quienes les gusta rezar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vea la gente. Les aseguro que ya han recibido su paga. Cuando tú vayas a rezar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y reza a tu Padre, que está en lo escondido, y tu Padre, que ve en lo escondido, te lo pagará. Cuando ayunen, no anden cabizbajos, como los farsantes, que desfiguran su cara para hacer ver a la gente que ayunan. Les aseguro que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no la gente, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará. Palabra del Señor.

Reflexión

Aunque el impulso humano nos impulsa casi naturalmente a actuar buscando reconocimientos y recompensas, el evangelio nos reta nuevamente y nos invita a actuar únicamente por convicciones personales, por amor a Dios, y al prójimo, sin confiarnos mucho en lo que nos devolverán pues  bien sabemos que humanamente se dan muchos casos de ingratitudes, engaños y traiciones. Para el cristiano la única recompensa es la felicidad del otro o, en muchos casos, simplemente su supervivencia. Sin que necesariamente esas personas a las que ayudamos o a quienes servimos reconozcan que han sido ayudadas. El círculo de la pobreza y las necesidades no siempre dan espacio a la cortesía y el reconocimiento formal.

Recordemos que a nosotros Dios nos lo da todo sin pedirnos nada. Todo es de él. Los hombres y mujeres nos sentimos muy bien cuando se nos reconoce pero no podemos depender de eso para accionar a favor de quienes nos necesitan. No olvidemos la parábola en la que los trabajadores que comienzan su jornada a primera hora del día y quienes van a última hora reciben de parte del dueño, la misma paga, pues ambos necesitan lo mismo: vivir dignamente, alimentar la vida, ganarse el sustento cotidiano. Todo lo demás será solo añadidura, porque al final del camino sólo nos quedará la gratitud de Dios y la alegría de nuestro corazón. Lo que hacemos en nombre nuestro y de Dios es para intentar ayudar a los demás a encontrarse consigo mismos y con Dios y no para ganar nada que no sea esa satisfacción.

Claro que toda esta espiritualidad no aparece de un día para otro en la vida de una persona o de un pueblo. Estas actitudes y esta percepción de la realidad sólo se logran a través de un proceso gradual de internalización de las enseñanzas de Jesús. A amar se aprende; lo mismo que a hacer una interpretación espiritual de la Ley o a actuar desinteresadamente. Ni la cultura, ni nuestra biología nos enseñan el valor del amor, del respeto y de la gratuidad. Esto lo enseña el Evangelio, Jesús con sus palabras y sus hechos que son Buena Noticia para todos y todas.

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