EVANGELIO DEL DOMINGO
"Velen, porque no saben el momento". San Marcos, 51-62.

viernes, 1 de junio de 2012

“El Evangelio de Hoy”: Marcos 11,11-26

Lectura del santo evangelio según san Marcos:

Después que la muchedumbre lo hubo aclamado, entró Jesús en Jerusalén, derecho hasta el templo, lo estuvo observando todo y, como era ya tarde, se marchó a Betania con los Doce. Al día siguiente, cuando salió de Betania, sintió hambre. Vio de lejos una higuera con hojas y se acercó para ver si encontraba algo; al llegar no encontró más que hojas, porque no era tiempo de higos. Entonces le dijo: "Nunca jamás coma nadie de ti." Los discípulos lo oyeron.
Llegaron a Jerusalén, entró en el templo y se puso a echar a los que traficaban allí, volcando las mesas de los cambistas y los puestos de los que vendían palomas. Y no consentía a nadie transportar objetos por el templo. Y los instruía, diciendo: "¿No está escrito: "Mi casa se llamará casa de oración para todos los pueblo"? Ustedes, en cambio, la han convertido en cueva de bandidos." Se enteraron los sumos sacerdotes y los escribas y, como le tenían miedo, porque todo el mundo estaba asombrado de su doctrina, buscaban una manera de acabar con él. Cuando atardeció, salieron de la ciudad.
A la mañana siguiente, al pasar, vieron la higuera seca de raíz. Pedro cayó en la cuenta y dijo a Jesús: "Maestro, mira, la higuera que maldijiste se ha secado." Jesús contestó: "Tengan fe en Dios. Les aseguro que si uno dice a este monte: "Quítate de ahí y tírate al mar", no con dudas, sino con fe en que sucederá lo que dice, lo obtendrá.   Por eso les digo: Cualquier cosa que pidan en la oración, crean que se la han concedido, y la obtendrán. Y cuando se pongan a orar, perdonen lo que tengan contra otros, para que también su Padre del cielo les perdone sus culpas." Palabra del Señor.

Reflexión

La higuera frondosa y hermosa, atractiva y esperanzadora para quienes pasan con hambre, no ofrece más que la imagen, es pura apariencia, hace que se acerquen a ella pero luego no les ofrece nada provechoso a los hambrientos. En realidad no sirve a lo que esperan de ella. Es una muestra de esterilidad, no satisface las expectativas que despierta entre quienes la observan.

Con el Templo de Jerusalén se da la misma situación. Muchas personas acuden a él buscando alimentar su fe, acrecentar su esperanza y vivir una experiencia enriquecedora dentro de su religiosidad y espiritualidad. Pero el templo no ayuda a vivir esta experiencia vital. Al contrario, se convierte en un obstáculo. Se ha vuelto un negocio, el evangelio lo describe como una cueva de bandidos, un escondite de malhechores.

El Evangelio de hoy quiere ser un llamado a nuestra atención. No podemos quedarnos en lo exterior, conformarnos con las apariencias de las cosas, de las expresiones religiosas, de las ceremonias y ritos. Estamos invitados a vivir de tal modo nuestra espiritualidad cristiana, que despierte el cambio, que provoque las acciones requeridas para la transformación de las estructuras de manera que dejen ver la presencia del Reino de Dios presente y actuante a favor de todos y todas. La vida cristiana es vida compartida, servicio generoso a los demás, acción de gracias por todos los dones del Señor para su pueblo. Así se producen los frutos del Espíritu y se comparten en comunidad. Sigamos dejando que Jesús expulse de nosotros todo aquello que nos impide poner nuestra confianza en él y su anuncio. Acojamos su modo de vida como apertura universal al plan de Dios: su Reino eterno.

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