EVANGELIO DEL DOMINGO
"Velen, porque no saben el momento". San Marcos, 51-62.

miércoles, 23 de mayo de 2012

UNIDOS EN EL AMOR Y LA VERDAD


 “El Evangelio de Hoy”: Juan 17,11b-19

Lectura del santo evangelio según san Juan:

En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, oró, diciendo: "Padre santo, guárdalos en tu nombre, a los que me has dado, para que sean uno, como nosotros. Cuando estaba con ellos, yo guardaba en tu nombre a los que me diste, y los custodiaba, y ninguno se perdió, sino el hijo de la perdición, para que se cumpliera la Escritura.
Ahora voy a ti, y digo esto en el mundo para que ellos mismos tengan mi alegría cumplida. Yo les he dado tu palabra, y el mundo los ha odiado porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los retires del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Conságralos en la verdad; tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así los envío yo también al mundo. Y por ellos me consagro yo, para que también se consagren ellos en la verdad." Palabra del Señor.

Reflexión
El Evangelio de Hoy nos sigue hablando de la ternura que Jesús ha encarnado siempre en su trato a sus discípulos, de su interés por el crecimiento personal de cada uno de sus seguidores. Se ha dedicado a ellos enteramente a ellos y no desea que se sientan abandonados con su partida. Por eso pide al Padre que le mantenga unidos en el vínculo del amor como están unidos el Padre y el Hijo. La unidad le dará la fuerza transformadora de la realidad.
¿Por qué es tan importante la unidad y cómo vivirla en una sociedad plural y diversa? Buena pregunta. La unidad no significa unicidad, uniformidad. El evangelio habla de unidad en el amor, en  la verdad. No es una unidad en formas y prácticas externas. Frente a la persecución y el odio y la avaricia del mundo, el amor, la verdad, liberan, dan fuerza para no abandonar la fe, ayudan a mantenerse conectado con el mismo Dios en  medio de los sufrimientos y fatigas.

En su oración Jesús pide al Padre por la unidad de los discípulos porque es consciente del peligro que los acecha; el mundo los odia, ya que no pertenecen al ámbito de la corrupción, de la violencia, de la desigualdad, de la injusticia, el odio y la muerte; ellos conocen la Palabra liberadora del Padre, poseen la palabra del amor y la justicia, y reconocen que su misión es ser testigos de la esperanza. Los cristianos de todos los tiempos estamos llamados a asumir la experiencia del amor fraterno como el lenguaje que verdaderamente nos vincula con Dios y que nos permite “estar en el mundo, sin pertenecer a él”. Caminar en contracorriente y resistir a la tentación de dejarnos llevar por el comportamiento y las actitudes de las masas. Vivamos hoy la unidad en nuestras familias, mantengamos el vínculo y encarnemos los valores que trascienden cualquier coyuntura.

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