EVANGELIO DEL DOMINGO
"Velen, porque no saben el momento". San Marcos, 51-62.

lunes, 7 de mayo de 2012

EL ESPÍRITU SANTO Y NOSOTROS


 “El Evangelio de Hoy”: Juan 14,21-26

Lectura del santo evangelio según san Juan:

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "El que acepta mis mandamientos y los guarda, ése me ama; al que me ama lo amará mi Padre, y yo también lo amaré y me revelaré a él." Le dijo Judas, no el Iscariote: "Señor, ¿qué ha sucedido para que te reveles a nosotros y no al mundo?" Respondió Jesús y le dijo: "El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él. El que no me ama no guardará mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió. Les he hablado de esto ahora que estoy a su lado, pero el Defensor, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien se lo enseñe todo y les irás recordando todo lo que les he dicho." Palabra del Señor.

Reflexión.

El Evangelio de Hoy nos invita a amar y a seguir los caminos de Jesús. La manera de estar unidos a Jesús, como leíamos ayer en el evangelio, es amándole en  nuestros hermanos, impulsados por su mismo Espíritu. Ir asumiendo su enseñanza práctica en nuestra manera de relacionarnos con los que nos rodean, habla de nuestra fe y nuestro seguimiento de Jesús.  «al que me ama lo amará mi Padre y lo amaré yo», «mi Padre lo amará y vendremos a él y haremos morada en él». Y aún más: Jesús nos anuncia al Espíritu Santo como protagonista en nuestra vida de fe. Le llama «Paráclito», o sea, Abogado, Defensor. Le llama Maestro, «él les enseñará todo»; también «Memoria»: «les irá recordando todo lo que les he dicho».
El Resucitado nos invita a una comunión vital: nuestra fe y nuestro amor a Jesús nos introduce en un admirable intercambio. Dios mismo hace su morada en nosotros, nos convertimos en templos de Dios y de su Espíritu. Nos invita también a permanecer atentos al Espíritu, nuestro verdadero Maestro interior, nuestra memoria: el que nos va revelando la profundidad de Dios, el que nos conecta con Cristo.
La presencia de Dios en la historia de la humanidad exige de cada creyente mantenerse fiel a una manera concreta de comportarse frente a los demás, asumiendo una ética del cuidado inspirada en el amor por la creación, por los hijos e hijas de Dios, especialmente aquellos que necesitan más de nuestra atención: los pobres, los enfermos, los marginados por cualquier causa. Que Dios nos permita abrirnos a su Espíritu y dejarnos humanizar por él para continuar hoy la misión de Jesús.

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